miércoles, 23 de julio de 2014

¿Es el parto realmente un asunto tan "riesgoso"?

Traducción de un artículo donde Milli Hill analiza las áreas grises del tema, y que en gran medida aplica a lo que ocurre en estas latitudes lationamericanas también. 
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Si crees en todo lo que lees, entonces probablemente pienses que el parto/nacimiento es una de las actividades más riesgosas que un humano puede afrontar.

De hecho, no lo es, y estadísticamente tenemos más probabilidades de "conocer a nuestro creador" desde detrás del volante de un vehículo. Sin embargo, mientras la mayoría de los episodios de Top Gear  [programa de TV sobre autos de carreras] tiende a evitar la parte acerca de las probabilidades de muerte, pareciera que no podemos tener una conversación sobre el parto sin focalizarnos casi por completo en la lista aparentemente interminable de cosas que pueden salir mal.

Este foco en el riesgo se está tornando desproporcionado, dice Cathy Warwick, CEO del Royal College of Midwives (RCM) [Escuela Real de Parteras, institución oficial de formación para esa profesión en el Reino Unido] 
"Hay preocupación en el RCM y entre las parteras, respecto de que nuestro foco en el riesgo, y en la forma en que estamos describiendo el riesgo, está haciendo que las mujeres se sientan asustadas. Irónicamente, crear miedo, en sí mismo, crea riesgo -si las mujeres están asustadas entonces son menos propensas a liberar las hormonas necesarias para un nacimiento sin complicaciones."

A pesar de esta preocupación, todas las embarazadas del Reino Unido [y en muchas otras partes del mundo también] están categorizadas en términos de "riesgo". Mujeres para quienes todo es óptimo y normal son llamadas de "bajo riesgo", y las otras -que pueden tener alguna condición de salud u algún otro factor de "riesgo", por ejemplo tener más de 35 años, una cesárea previa, un alto índice de masa corporal, o un embarazo múltiple- son de "alto riesgo".

Caer en la categoría de alto riesgo probablemente signifique que te digan que algunas cosas no son recomendadas para ti, o incluso "no permitidas"; generalmente dar a luz en el agua, en un centro de nacimientos o en casa. 

A veces esto es correcto y justo. Si tienes un problema cardíaco, por ejemplo, o los estudios muestran un potencial problema de salud en el bebé, probablemente acojas la seguridad de un nacimiento en una institución y con un equipo de médicos para darte apoyo y asegurarse de que ambos estén lo más seguros posible. 

Para otras mujeres, no es tan blanco y negro.
"Yo quería dar a luz en un centro de nacimientos [gestionados exclusivamente por parteras para la atención del embarazo y parto normal, normalmente asociados a un hospital cercano donde derivar los casos que se complican] pero debido a mi edad -42- mi médico dijo que era muy riesgoso."

"Yo realmente quería un parto en el agua pero mi presión sanguínea había aumentado un poco entonces dijeron que no podía."

"Yo siempre quise un parto en casa pero me dijeron que como tenía una cesárea previa no estaba permitido."

En estas "áreas grises", es difícil juzgar donde poner el límite, dice Cathy Warwick:
"El profesional y la mujer necesitan tener conversaciones sensatas y constructivas, para que la mujer tenga en su poder todos los factores. Lo que me preocupa es que los doctores y las parteras pueden tomar las "pautas" como "reglas" -necesitamos más flexibilidad alrededor de las áreas grises."

Esta falta de flexibilidad puede a menudo ignorar el hecho de que las mujeres son las principales tomadoras de decisiones en el parto, no los profesionales, dice Rebecca Schiller, co-fundadora de la organización por los derechos humanos Birthrights:
"El principio legal del consentimiento significa que no puedes ser forzado a dar a luz en un lugar en particular o establecimiento médico en contra de tu volutad, mientras tengas capacidad mental para tomar tus propias decisiones."

Las mujeres están volviéndose gradualmente más conscientes de este derecho a elegir, como Melanie, 36, que tuvo a su segundo bebé en casa en contra de la recomendación de su médico:
"Me dijeron que yo era de alto riesgo porque tenía una cesárea previa, lo que significaba que no podía usar una unidad gestionada por parteras. Entonces luego de hacer mi propia investigación elegí tener un parto en casa. Comparé estadísticas y decidí que no consideraba de ayuda o positivo clasificar a las mujeres que quieren un parto vaginal después de cesárea (PVDC) [VBAC, por sus siglas en inglés] como alto riesgo."

Las mujeres también están buscando formas de reducir su propio riesgo personal, como Katherine, 29, que planea un parto en casa a pesar de su alto índice de masa corporal:
"Lo que estoy haciendo es minimizar el riesgo evitando la sobre-medicalización de mi parto. Estoy lista para intentarlo con hipno-parto [método actualmente muy difundido en Europa que utiliza técnicas de hipnosis para inducir la relajación de la mujer y reducir la sensación de dolor], máquina TENS [electro-terapia, también muy común en el Reino Unido y USA, emplea electrodos que emiten estímulos electricos en determinadas zonas del cuerpo que "anulan" la sensibilidad al dolor de las contracciones] y la pileta de parto. Mi presión sanguínea está bien en casa y sin embargo siempre sube en las consultas médicas -por lo que me siento más segura en casa. Tuve un parto normal con este mismo índice de masa corporal hace dos años y no estoy de acuerdo en que tengo un 60% más de chances de terminar en una cesárea. ¡El alarmismo es el mayor riesgo que hay si me preguntas!."

"El riesgo es relativo, nunca es absoluto" dice Cathy Warwick del RCM. "Por ejemplo, si elijes tener a tu bebé en un centro de nacimientos, tienes un 40% más de probabilidades de necesitar un traslado. Esto suena riesgoso -pero lo que sabemos es que incluso aquellas mujeres que son trasladadas aún tienen mejores resultados, y usualmente se sienten más positivas acerca de sus partos, que aquellas que eligen una unidad obstétrica desde el inicio."

Preguntando y comprendiendo que el riesgo puede ser presentado de diferentes maneras por diferentes personas o políticas, las embarazadas pueden empoderarse a sí mismas con información y ejercer sus derechos para tomar decisiones informadas. Y si eres de "alto riesgo" pero no quieres dar a luz en casa, de todos modos tus opciones pueden verse limitadas, como Rebecca Schiller explica:
"En vez de que sea un derecho humano el de parir donde y cómo quieras, en términos reales puede ser extremadamente difícil negociar la elección de un parto en el agua o en un centro de nacimientos una vez que te han etiquetado como alto riesgo. Las mujeres entonces enfrentan la difícil elección entre un parto conducido por su médico (generalmente carentes de facilidades para promover el confort y darles la mejor chance de evitar intervenciones innecesarias) y un parto en casa que quizá sientan que no es seguro o apropiado. Esto es injusto: a ninguna mujer debería de negársele el acceso a las facilidades que satisfagan sus necesidades."

Parece que nuestro foco actual en el riesgo está elevando los niveles de temor y comprometiendo la libertad de elección -pero ¿está haciendo que el parto y nacimiento sea más seguro? En los Estados Unidos, un país que tiene un abordaje altamente medicalizado del parto, las tasas de mortalidad materna duplican las del Reino Unido, y esto es en parte por su énfasis en el riesgo, dice Cristen Pascucci, de Improving Birth:
"Nuestras mujeres y bebés son continuamente puestos en peligro bajo argumento de evitar el riesgo. No tenemos problemas en forzar a una cirugía a mujeres solo por si a caso, o darle a dos de cada tres mujeres drogas con altos riesgos para inducir el parto, aún sabiendo que esas drogas son conocidas por causar sufrimiento fetal. Atamos a nueve de cada diez mujeres a un cinturón de monitoreo fetal que tienen un 99% de falsos positivos, incrementando sus chances de ser sometidas a ciurgía mayor pero sin mejorar los resultados de salud para los bebés -en América tenemos un impresionante registro de provocar complicaciones en el parto, de hecho, y hacer que las mujeres se sientan incómodas, angustiadas y violadas, todo en pos de evitar el riesgo."

El problema de nuestra obsesión con el riesgo, tanto aquí [Reino Unido] como en los Estados Unidos, es que la experiencia de la mujer en el parto y sus necesidades individuales son raramente considerados. Por ejemplo, el Congreso Americando de Obstetras y Ginecologos (ACOG) recientemente denunció los partos acuáticos, afirmando que es potencialmente peligroso y que no tiene beneficios. Dile esto a los miles de mujeres que se han deleitado dando a luz en el agua y que encontraron que no solo aliviaba el dolor sino que las hacía sentir más seguras y en control. [no es extraño considerando que a los médicos les gusta ser ellos los que están en control de la situación, todo lo que no les permita el control les resulta "potencialmente peligroso"]

Esto es irrelevante, dirían los asesores de riesgo. Pero para las mujeres, no es irrelevante. A las mujeres les importa su seguridad cuando dan a luz, pero la atención constante en lo que puede ir mal quita cualquier chance de disfrutar del parto, así como hablar constantemente de accidentes automovilísticos le quitaría la diversión a un paseo en convertible en un día soleado.
El riesgo ofrece un abordaje estandarizado del parto y bloquea los oídos a las voces de los individuos; puede limitar nuestra libertad y hacernos prisioneros del miedo. Y, lo más irónico de todo, nuestro foco constante en el riesgo conlleva el peligro de hacer el nacimiento menos seguro. 

Otros links relacionados:

El NICE recomienda partos domiciliarios o en centros asistidos por matronas




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