viernes, 5 de junio de 2015

Contando la verdad sobre dar a luz

Por Hermine Hayes-Klein – Traducido por Shakti Mama
Texto original aqui

Se mantuvieron casi todos los hipervínculos del texto original (aunque están en Inglés), excepto en los casos donde se optó por vincular con contenidos relevantes en español.

Como la mayoría de la gente, siempre pensé que parir era como las imágenes que crecí viendo en los medios. Las mujeres daban a luz recostadas de espalda en camas de hospital; los doctores hacían nacer a los bebés, los levantaban de sus pies y palmeaban su cola para obtener un llanto saludable. Los recién nacidos eran acomodados en filas en la “nursery” del hospital, para ser observados por los familiares a través de una gran ventana. No sabía que esas prácticas provenían de cuando las mujeres daban a luz bajo anestesia general y sus bebés estaban demasiado drogados para respirar por primera vez sin un shock, como una palmada, para hacerlos resollar.

No sabía que las prácticas que yo pensaba que eran “normales en un parto” tenían muy poco sustento en la evidencia y a menudo resultaban contraproducentes para las necesidades fisiológicas básicas de la madre y el bebé mamíferos. No sabía que dar a luz podía ser mucho mejor, y mucho peor, que las imágenes corrientes del parto medicalizado. Solo empecé a conocer la verdad sobre el parto cuando empecé a escuchar las historias de las mujeres sobre las circunstancias en las que daban a luz.
Las mujeres que experimentaron partos empoderados y orgásmicos necesitan contar esas historias, para que la gente entienda lo que es posible cuando las mujeres están realmente acompañadas y sostenidas durante el trabajo de parto y el parto. Igual de importante es que las mujeres compartan sus historias de partos “des-empoderados”, para exponer la existencia de la falta de respeto y el abuso en la atención de maternidad y el impacto que esto tiene en las mujeres y sus bebés.

Si le pides a las mujeres que te cuenten sobre el día en que fueron madres, descubres que muchas mujeres tienen dos capas de su historia de parto. La primer capa es la historia que le cuentan a todo el mundo: “Si, fui inducida, tuve una cesárea, el bebé terminó en la unidad de cuidado intensivo neonatal, pero los doctores tenían razones para todo eso. Lo que importa es que el bebé nació y está sano.”
Esta es la historia que hace que todo el mundo haga gestos de aprobación, la historia que reafirma el acuerdo cultural de que lo que ocurre en el parto no es importante, mientras que la madre y el bebé salgan vivos. Pero si continuas escuchando, si le pides a las mujeres que te cuenten todo lo ocurrido desde que comenzó el trabajo de parto, te cuentan la historia sobre un día muy importante en sus vidas. Frecuentemente, lloran. Las mujeres a menudo lloran cuando cuentan sus partos, ya sea que el recuerdo es alegre o doloroso; mantenemos esos recuerdos en nuestros cuerpos emocionales.

Cuando las mujeres comparten el recuerdo de haberles sido abusadas o faltado el respeto mientras daban a luz a sus bebés, sus ojos retienen un dolor que cala hondo. Muchas mujeres cuentan los días y los meses en los que su relación con su recién nacido y su habilidad para cuidar de su bebé, fueron afectadas por el trauma. Cuentan haber tratado de hablar sobre eso con sus familiares y amigos, y que se les recordara que su bebé está sano y ser alentadas a dejar el parto atrás. La mayoría de las mujeres lo hacen, y se quedan con la primer capa de la historia que pasa por alto los detalles y enfatiza el resultado. Pero cada vez más y más mujeres, alrededor del mundo, están contando públicamente sus historias de parto reales.

Las mujeres están encontrando el coraje para pararse y compartir sus experiencias personales de violencia obstétrica, y demandan responsabilidad y el reconocimiento de sus derechos en la atención de maternidad.
La única forma de que la atención de maternidad mejore es si se dejan oir las voces de las mujeres.
Muchas violaciones a los derechos humanos en el parto implican un trato deshumanizado y la información sobre salud pública tiene una habilidad limitada para iluminar el trato deshumanizado. La encuesta nacional (Estados Unidos) “Escuchando a las Madres III” mostró que muchas mujeres reportaban haber sido presionadas a aceptar intervenciones y haber recibido intervenciones sin su consentimiento. El significado de esos números solo puede ser entendido a través de los detalles de las experiencias de presiones, coersión y tratamiento no consentido durante el parto. La falta de respeto y el abuso están lo suficientemente extendidos en la atención de maternidad que estas experiencias ahora tienen un nombre: violencia obstétrica. Violación en el parto. Las mujeres alrededor del mundo están reportando que estas palabras con las que mejor describen el trato recibido mientras daban a luz a su bebé.
Ver también: Ponerle palabras y el hombro a la violencia obstetrica

Mientras las mujeres comparten entre sí sus experiencias personales de parto, se están dando cuenta de su importancia política y organizándose para demandar un cambio. En el verano de 2014, el grupo “Mejorando el Nacimiento” de los Estados Unidos lanzó la campaña sobre violencia obstetrica “Rompe el Silencio” [#breakthesilence] en las redes sociales. Más tarde ese año, la agrupación “Derechos Humanos en el Parto” realizó un informe de tipo amicus curiae en la demanda pendiente ante el Estado de Nueva York que realizó Rinat Dray sobre la cesárea violentamente forzada a la que fue sometida ella y su tercer bebé. El informe presenta 42 historias completas escritas por mujeres norteamericanas que habían experimentado una violación a su derecho de autonomía en el parto, e intercala citas de esas historias en una argumentación sobre por qué el derecho de consentimiento informado y la negación informada [“Autonomía de la Voluntad” según la Ley Nacional 26.529] necesita ser reconocido en la atención de maternidad de los Estados Unidos [lo mismo ocurre en muchos otros países como el nuestro]. Una de las mujeres que compartió su historia en el informe, lanzó un proyecto artístico de concientización utilizando citas de la campaña “Rompiendo el Silencio” en algunos de los trabajos.

El año pasado, una mujer de California cuya episiotomía no consentida fue captada en su video de parto, subió el video a Youtube para mostrarle a la gente como luce la violencia obstétrica en la realidad. Donde fuera que “Kelly” buscara reconocimiento de que lo que le había ocurrido NO estaba bien, ella era rechazada o le decían que no se podía hacer nada al respecto. El mismo coraje que movilizó a Kelly a alzar la voz por si misma mientras su bebé estaba coronando y su doctor y su madre le gritaban a ella, motivó a Kelly a llamar abogado tras abogado preguntando si la ayudarían a pelear por sus derechos de atención médica y a presentar una demanda por sí misma cuando ningún abogado se interesó en su caso.
Kelly hizo esta declaración para un artículo reciente sobre su caso: “Quiero que la gente sepa que todos tienen derechos sobre su cuerpo y derecho a la información sobre procedimientos. A mi me quitaron esa opción. Si esto me pasó a mi, te puede pasar a ti. Le puede pasar a tu hija. Mi video y yo y “Mejorando el Nacimieto” estamos enviando un mensaje a todos los obstetras y enfermeras que tratan así a las mujeres  ̶ como si no tuvieran derechos, como si no fueran seres humanos… También quiero que la gente comprenda que mi propósito y la razón para esto es cambiar el sistema donde las mujeres pueden ser tratadas de esta manera y no tienen recursos, no hay nadie que las proteja y nadie que asuma la responsabilidad después.”

En Alabama, Caroline Malatesta, madre de 4 hijos, está demandando por a responsabilidad del hospital cuyas enfermeras, en contra de sus reclamos, estando ella sobre sus manos y rodillas [en 4 patas ] la giraron a la fuerza poniéndola sobre su espalda mientras su bebé estaba coronando, causándole daño a su pelvis que le dejó un dolor severo y crónico. Como Kelly y Rinat, Caroline le pide al sistema legal que declare con autoridad que la violencia contra los cuerpos de las mujeres es inaceptable en cualquier situación, incluyendo el parto.
Las mujeres que comparten sus historias de violencia obstétrica y demandan responsabilidad por la falta de respeto y el abuso lo hacen, como Kelly, porque quieren asegurarse de que lo que les ha pasado no le ocurra a otras mujeres. Sus historias, juntas, tienen el poder de generar ese cambio.

Líderes italianas de “Derechos Humanos en el Parto”, Elena Skoko y Alessandra Battisti han organizado conferencias y otros eventos para que los ministros de salud y legisladores escuchen las historias de abuso y falta de respeto en el cuidado de maternidad en Italia.
“Los ministros de salud estaban shockeados cuando escucharon estas historias,” dice Elena. “Ellos dicen, ‘No sabíamos que estos problemas existen en Italia,’ y quieren encontrar soluciones para asegurar un cuidado respetuoso.” El pasado otoño, la Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia (FIGO) lanzó una hoja de ruta para la atención de maternidad respetuosa, con una guía oficial FIGO para “Maternidades amigables con   y bebés”. Estas pautas de la FIGO, una iniciativa conjunta con la Confederación Internacional de Parteras, la Alianza de Cinta Blanca, la Asociación Internacional de Pediatría y la Organización Mundial de la Salud, y tomando el trabajo de la International MotherBaby Childbirth Initiative, declara:
“FIGO considera que cada mujer tiene el derecho a una experiencia positiva de parto y a cuidados compasivos de proveedores expertos y capacitados, que reconozcan que cada mujer, familia y recién nacido son únicos y merecen una atención individualizada y digna. La evidencia pública de violaciones a los derechos humanos de las mujeres durante el parto es shockeante e inquietante, pero también puede servir como empuje para la acción.”

Las historias sobre violaciones a los derechos humanos en el parto son difíciles de contar, y pueden ser difíciles de escuchar. Pero si las mujeres tienen el coraje de contar sus historias, entonces aquellos que las escuchan pueden entender los problemas, y empezar a encontrar soluciones.
Los activistas y líderes comunitarios pueden crear espacios para que las mujeres compartan sus historias, desde encuestas hasta campañas en los medios, con el objetivo de iluminar lo que las mujeres están experimentando a nivel local. Las encuestas están siendo utilizadas por investigadores y activistas a través de Europa del este para iluminar las experiencias de las mujeres y la prevalencia de los estándares de atención no basados en la evidencia. La Asociación Portuguesa por los Derechos de las Mujers en el Embarazo y el Parto, recientemente recolectó 3800 historias de nacimientos y usará esas historias en esfuerzos para dar voz a las realidades que enfrentan las mujeres que dan a luz.

En la medida en que las mujeres cuentan las historias verdaderas de lo que ocurrió el día en que dieron a luz, están rompiendo el silencio sostenido por la fuerza de un tabú. Están describiendo las heridas en su cuerpo que no fueron causadas por “el parto”, sino por la gente que ellas contrataron para asistirlas durante ese proceso.
Están hablando sobre sus partes privadas, tanto físicas como emocionales. Pero el tabú más poderoso que las mujeres están rompiendo, cuando cuentan las historias reales de sus partos, es el que niega que el parto importa. Si escuchas las historias lo suficientemente cerca, descubrirás que sí importa. Las mujeres importan. Alrededor del mundo, las mujeres se están reuniendo para demandar sistemas de atención de maternidad que las traten como se merecen, y ellas merecen respeto y amabilidad, mientras dan a luz.
 



Hermine Hayes-Klein es una abogada norteamericana, madre y fundadora de “Derechos Humanos en el Parto”. Hermine vivió en los Países Bajos por 5 años, donde enseñó en la Universidad de La Haya. Hermine disfrutó de dos partos saludables y con apoyo del sistema de atención de maternidad holandés, en el cual el parto en casa es una opción legítima y casa mujer recibe al menos 8 días de cuidados post-parto en su domicilio. Hermine ahora vive con su familia en Oregon, y está comprometida a asegurar que cada mujer pueda acceder a una atención segura y de apoyo en el embarazo y el parto.