martes, 28 de abril de 2015

Yo crío como puedo

"No hay forma de ser la madre perfecta, pero hay un millón de maneras de  ser una buena mamá"
Las mujeres de hoy en día somos MUY autoexigentes, y como si eso fuera poco, nos hacemos cargo además de las exigencias externas (mandatos, miradas, cuestionamientos, etc).

Nos la damos de liberales porque elegimos un estilo de crianza distinto, porque queremos hacer algo "mejor" para nuestros hijos, más respetuoso, pero después nos sumamos a una competencia plagada de fundamentalismos que deja muy poco espacio para el disfrute, porque al final lo que estamos haciendo es cambiar unas exigencias por otras.

Las madres hemos cometido y continuaremos cometiendo muchos errores. Por desconocimiento, por falta de apoyo, por adultocentrismo. Porque es muy difícil romper la dura coraza de conceptos, mitos, carencias con los que nos criamos y superar diariamente los obstáculos de un mundo pensado en otros términos muy poco conciliables con el ma(pa)ternaje y las necesidades de la cría.  Si a eso le sumamos el poder equivocarnos, estamos fritos.

He comprobado que cuando realmente nos lo proponemos, podemos hacer cambios inmensos. Mediante la prueba y error, yendo y viniendo, investigando, preguntando, intercambiando, repensando, buscando apoyo y,  sobre todo, readapatando ideas y propuestas a nuestras posibilidades (aquí y ahora).

Si me piden que cumpla a rajatabla con el listado completo de cosas que supuestamente debería hacer una madre que cría con apego (dar la teta, tener en brazos, colechar, no intervenir en su desarrollo, brindarle un entorno adecuado, alimentarlo saludablemente, dedicarle todo el tiempo posible, y un larguísimo listado de etcéteras) me resulta imposible.

Yo hago lo que puedo. Como me sale. Con conciencia y con mi intuición y el bienestar como termómetro. Si estamos todos tranquilos y cómodos, vamos bien. Si algo “me hace ruido”, me incomoda y me genera malestar, habrá que revisarlo.

No seguir recetas magistrales ni mandatos de algún gurú (que los hay muchos). Pero si informarse, investigar o pedir ayuda si es necesario.
Tan solo adoptar unas reglas básicas, aplicar recursos, resolver conflictos teniendo en cuenta las necesidades de cada uno de acuerdo a su edad.
Cuesta trabajo aceptarlo, dejar de lado las exigencias propias y ajenas. Relajarse y gozar de lo posible, básicamente. 

Me di cuenta que si me pongo metas demasiado ambiciosas difícilmente las alcance y me frustro. O si corro detrás de cosas que no son mías sino expectativas de los demás. Y ya sabemos el impacto que tienen una madre o un padre frustrados en la vida familiar.
En cambio si me relajo y dejo que todo fluya (que salga lo que salga y lo que no saldrá otro día o a lo mejor no tenía que salir; que se haga lo que se llegue y lo que no lo haremos después) me encuentro con agradables sorpresas como que las piezas solas se acomodan, como los melones en el carro.

A veces uno puede recomendar desde el conocimiento o la experiencia, para luego dejar que cada cual haga su juego y encuentre el “lo mejor” para sí mismo.
Ponernos rígidos en algo tan complejo, demandante y personal como la crianza es ridículo. Sobre todo porque aunque todos apliquemos los mismos principios y procedimientos, los resultados tienden a variar un poco, dependiendo de cada contexto, de cada persona, de cada momento. Lo que funciona para uno no lo hace para el otro y viceversa. Entonces?


Mejor dediquémonos a disfrutar, a satisfacer las necesidades de cada uno que ya es mucho, a buscar el placer de estar juntos de la manera que sea.