martes, 29 de julio de 2014

Negación de la atención y condicionamientos, otra forma de violencia naturalizada

¿Tienen los agentes sanitarios el “derecho” profesional de negar la atención a las mujeres en su parto salvo que esas mujeres se sometan a cirugía, a recostarse de espaldas, a aceptar la peridural o a estar atadas a un monitoreo continuo? Porque esto es lo que está pasando en muchas naciones desarrolladas [y subdesarrolladas también]. Las embarazadas son “despedidas” por sus médicos si no aceptan una inducción o una cesárea profiláctica, y se les dice a las mujeres a punto de parir que tendrán que buscar otro hospital si no aceptan intervenciones no basadas en la evidencia durante su trabajo de parto y parto. ¿Es esta una reivindicación razonable de los “límites” de un proveedor de servicios de salud, o una coerción poco ética y una violación del “consentimiento informado”? Human Rights in Childbirth

Este cuestionamiento sumamente interesante surge a raíz de un artículo (“Desobediencia deshonrosa” – Por qué negarse a tratar en cuidados reproductivos no es una objeción de conciencia) que analiza el tema de la negación profesional a realizar un aborto o facilitar métodos de anticoncepción como violación a los derechos y libertad de las mujeres “disfrazada” de argumento profesional válido. 
Claramente lo que el artículo analiza y argumenta en términos de aborto y anticoncepción es extrapolable a lo que ocurre en el ámbito del embarazo y el parto, donde la “objeción de conciencia”, la negación profesional/institucional de atención (con el argumento que fuere) o la imposición de prácticas rutinarias injustificadas en contra de la voluntad del paciente, es aún más cuestionable dado que lo que no existe la carga moral o ética que suele asociarse a la interrupción voluntaria de una gestación, por ejemplo.
En estos casos lo que se suele utilizar como escudo es "el riesgo" que supuestamente supone desviarse de las rutinas médicas y dar lugar a los deseos y elecciones informadas de la mujer, aunque la realidad demuestre lo contrario.

Lo que ambas cuestiones tienen en común es que se trata de derechos y libertades de lasmujeres. Peor aún, vinculados con su sexualidad. Nada menos…
Mujeres que osan disponer de sus cuerpos, de su poder y de su libertad de elección de un modo de parir más fisiológico y menos intervencionista no son bien vistas (ni bien tratadas) por el sistema médico hegemónico y patriarcal. Aunque las leyes las acompañen…

“En los hospitales, la atmósfera que rodea a la parturienta está lejos de satisfacer esta necesidad fundamental de intimidad y de seguridad emocional. El objetivo de la obstetricia convencional no difiere del de todas las ciencias: el dominio de las fuerzas de la naturaleza. El objetivo de este tipo de servicios es el control del parto.
La mayoría de las prácticas habituales en los paritorios hoy en día es fruto de la concepción mecanicista de que los procesos naturales pueden controlarse. No se ha tenido en cuenta, sin embargo, que el parto es un proceso involuntario […]. Cuando un proceso involuntario se intenta controlar, simplemente se inhibe. Y cuando un proceso natural se inhibe, se hace más difícil, más lento, más complicado. En el caso del parto, eso quiere decir más peligroso y, por lo tanto, más susceptible de requerir atenciones médicas especializadas: anestesia, fórceps, cesáreas, etc.
Las rutinas hospitalarias (rasurado, enema, rotura de bolsa, posición tumbada, oxitocina, episiotomía, prohibición de comer y beber...), aplicadas de forma rutinaria y sin necesidad, ponen a la parturienta en unas condiciones muy difíciles: la mujer se siente desprotegida, vulnerable, a merced de la buena voluntad de otros. En estas condiciones, determinadas intervenciones pueden ser vividas incluso como una agresión.”
Isabel Fernández del Castillo, en “La Revolución del Nacimiento”

“«Goteo, peridural y episiotomía», ésta es la rutina que propone la mayoría de los obstetras que abordan el parto como si se tratara de una enfermedad, negando a la madres la posibilidad de asumirlo conforme a sus potencialidades.”
Eva Giberti, en “Parir y Nacer”

Es habitual encontrar mujeres a quienes sus médicos o la institución les niegan la posibilidad de elegir y decidir cuestiones relativas a la atención de sus partos; como por ejemplo poder moverse libremente, estar acompañadas por su pareja u otra persona de su confianza, elegir la posición para parir, elegir si desean o no la peridural, intentar un parto vaginal después de cesárea o qué tipo de prácticas se realizan sobre su cuerpo y el de su bebé (muchas de las cuales son parte de la práctica rutinaria pero no están sustentadas por la evidencia científica, están desaconsejadas por la Organización Mundial de la Salud y las guías internacionales de atención al parto normal o simplemente existen alternativas más efectivas y menos invasivas). Las excusas son diversas: “yo no trabajo de esa manera”, “el que sabe y el que decide soy yo porque soy responsable del resultado”, “acá tenemos un protocolo que debemos seguir”, “eso que usted pide es muy riesgoso y no lo podemos permitir”, “no contamos con infraestructura o personal suficiente para eso”, por citar solamente algunas, y de las más “políticamente correctas”.
"Soy una educadora para el parto. Cuando le pregunté
a mis estudiantes si alguna de ellas había preguntado a
su médico qué pensaba de los planes de parto, una mujer
respondió: ´Mi doctor dijo que cualquier que trae un plan
de parto es una cesárea garantizada´.
Nunca escuché de ningún otro campo de la medicina donde
un doctor esté dispuesto a realizar una cirugía innecesaria
a un paciente como castigo por poner por escrito sus
preferencias de atención."

A veces, ante el mero planteo o la presentación de un plan de parto (elemento válido que la ley nacional 26.529 contempla como “directivas anticipadas” o consentimiento informado) las mujeres sufren un airado desplante y se les sugiere directa o indirectamente que acepten las condiciones o se busquen otro profesional u otro lugar donde parir. Algo así es lo que plantea la cita del primer párrafo.
Esto es una inaceptable violación de una ley nacional, a un juramento profesional y la negación de un derecho mediante el abuso de poder. Sin embargo sigue siendo algo habitual y hasta aceptado o naturalizado.

“En definitiva, el sistema de atención al parto evoluciona poco, y el parto medicalizado se mantiene, fundamentalmente, porque es coherente con una visión de la vida y del parto mecanicista, jerárquica y —por qué no decirlo— misógina.
Muchas de las prácticas de rutina, inútiles o incluso negativas, continúan realizándose no porque sean necesarias, sino porque constituyen auténticos rituales que tienen por objeto colocar a cada uno en «el sitio que le corresponde», adjudicando al médico o al profesional el papel de sujeto y a la mujer el de objeto sobre el que se trabaja. El fondo de la cuestión es el poder.
Eso explica por qué algunos profesionales se sienten tan ofendidos, y reaccionan tan airadamente, cuando una mujer presenta en el hospital su «plan de parto»”.
Isabel Fernández del Castillo, en “La Revolución del Nacimiento”

"Muchas veces he dicho que si quieres saber dónde está el verdadero poder de la mujer, mires esas experiencias primordiales que nos han enseñado a temer. No es casualidad que sean las mismas experiencias de las que la cultura nos ha enseñado a distanciarnos cuanto sea posible, muchas veces tratándolas como casos médicos, de tal forma que ya apenas tenemos conciencia de ellas. La labor de parto y el parto ocupan una muy elevada posición entre las experiencias que conectan a las mujeres con su poder femenino".
Christiane Northrup, en “Madres e hijas”

Son pocas las personas que se rebelan ante este tipo de situaciones, aún menos las que lo denuncian. La mayoría aún se somete, temerosa, y allí radica el poder del sistema: quien no se adapta a sus reglas, se queda sin atención (o lo que es peor aún, la recibe pero con saña) ante un “trance tan peligroso e impredecible” como un parto, idea que se aseguran de instalar en el inconsciente colectivo, y especialmente en la embarazada.
La realidad es que el parto no es tan “peligroso”, ni es tal la impredecibilidad, ni la intervención médico-tecnológica es tan necesaria como nos hacen creer…

“Entonces enfrentamos la paradoja que consiste en que, mientras por una parte el género mujer avanza en la defensa de sus derechos civiles, sociales y humanos, por otra parte acata –y a veces elige– someterse, justamente, en el momento de parir.  Acepta que mediante una argumentación técnica, discutible por cierto, se la despoje de los derechos que tiene su cuerpo y de sus derechos como persona-mujer, que incluye el parir […]. Mediante estas prácticas [infantilización, patologización y cosificación] se confirma el ejercicio del poder patriarcal, avalado por las mujeres que «se sienten más tranquilas» si el médico se encarga de todo.”
Eva Giberti, en “Parir y Nacer”

Otro dato curioso y paradójico es que todo esto que mencionamos, la dificultad para que se cumplan los derechos y deseos, casi siempre ocurre en los casos donde se pide poca intervención y una atención que respete en la medida de lo posible la fisiología y las necesidades (tanto físicas como emocionales) de la parturienta.
Sin  embargo cuando una mujer pide una cesárea programada, aún sin un motivo médico de peso que justifique los riesgos de someterse a una cirugía mayor y los que esta implica para el bebé, raramente encuentra resistencia.

Se trata de un derecho, no un capricho
En ocasiones, quienes luchan por ejercer su autodeterminación y hacer valer sus derechos son descalificadas tildándolas de “caprichosas”, de seguir alguna moda o de querer “ser más que el médico, que es el especialista, el que sabe”. Este tipo de reacciones surgen incluso de otras mujeres que han sufrido sus propios partos, pero que entienden eso como normal y necesario, aunque no lo es.
La realidad es que la manera de parir y la forma en que acontece el parto, la vivencia y el registro que nos queda de ella, es de suma importancia tanto para la madre como para el bebé. Por lo tanto informarse, prepararse conscientemente y tener la voluntad de decidir y elegir de qué manera traer al mundo a nuestros hijos no es un capricho, ni una moda, ni un delirio elitista. Es un derecho genuino, una actitud muy positiva  y responsable en pos del cuidado de nuestra propia salud. Sin embargo a muchas nos niegan la posibilidad de ejercerlo.

“La experiencia en psicoanálisis me enseñó cuánto pesa, en la historia de una mujer y en el vínculo con sus hijos, el modelo que se utilice para parir. Si bien la tendencia es olvidarse del momento del parto, lo que ocurre es que se reprime la representación de una mala experiencia; muchas mujeres tienden a narrar el parto minimizando sus vivencias negativas. Pero esas vivencias retornan, de modo inconsciente y pueden impregnar diferentes momentos de la vida de esas mujeres, en particular la vivencia de humillación traslada a otras áreas.”
Eva Giberti, en “Parto vertical”

¿Pueden rechazar mi "plan de parto"?Legalmente NO. Los PLANES DE PARTO son verdaderos documentos con valor de CONSENTIMIENTO INFORMADO. Aceptar y rechazar un tratamiento médico es un derecho de todo usuario. 

Entonces, ¿qué hacer?
Bueno, “prevenir es mejor que curar” por lo que mi primer sugerencia es informarse, cuestionar, tratar de entender el qué, cómo, por qué y posibles resultados de las prácticas obstétricas más habituales y decidir lo que una quiere, tener claridad de qué tipo de parto está buscando, qué tipo de asistencia, libertad y apoyo desea tener en ese momento tan relevante de su vida.
En base a eso emprender la búsqueda (lo que yo llamo el “casting”) haciendo preguntas precisas que permitan darse cuenta con la mayor anticipación posible si ese profesional (sea obstetra o partera, neonatólogo o director médico) realmente maneja un criterio acorde a lo que estamos buscando o no, si estaría dispuesto (de verdad) a hacer valer nuestros deseos y voluntad expresa, si le molesta la impertinencia de que le planteen “las reglas del juego”, si las acepta pero con condiciones, si pone excusas, si dice que si “como a los locos”, etc, etc. Hay que ir con el detector encendido y hacerle caso a la intuición. La “piel” o el “feeling” tienen mucho que decir en esto.
No alcanza con preguntar “¿Usted practica el parto respetado?” porque el concepto es muy amplio, difiere de una persona a otra lo que cada uno entiende del mismo y en la realidad depende de muchos factores internos (de la mujer) y externos. Por eso sugiero primero identificar qué tipo de parto queremos y luego indagar con claridad en base a eso.

Llegado el caso de una negativa de atención o la imposición de condicionamientos contrarios a la voluntad de la mujer, lo más sensato y recomendable (aunque no necesariamente lo más sencillo) sería: en primer lugar, buscar un profesional y/o institución que esté dispuesto a respetar nuestros derechos y hacerlos valer. Esta suele ser la parte más complicada porque este tipo de profesionales e instituciones no abundan y porque por lo general estas situaciones se dan en un momento avanzado del embarazo donde es más difícil conseguir quien tome el caso (además del stress que implica lidiar con algo así sumado a la ansiedad normal de las últimas semanas). Hay quienes desisten solo con pensar en el esfuerzo que esto requiere y es comprensible.  

En segundo lugar, hay que denunciar y hacer visible este grave problema. Las vías de denuncia son varias: hay grupos y espacios virtuales en las redes sociales donde se comparte información entre usuari@s, seguir el instructivo de la Consavig para denuncias de violencia obstétrica o iniciar un reclamo formal (vía carta documento y en lo posible con asesoramiento legal) ante la institución, prestador de servicios de salud (obra social o prepaga) y entidades públicas correspondientes.

Lamentablemente, siempre persiste la sensación de que “no pasa nada”, que las denuncias y reclamos caen en saco roto; pero de todos modos hay que hacer el esfuerzo por visibilizar porque de lo contrario es imposible demostrar que estas cosas son moneda corriente, que no estamos dispuestos a aceptarlas y exigir como usuarios de un sistema de salud que sostenemos con nuestro trabajo y nuestros impuestos, que se tomen las medidas necesarias.

¿Qué dicen las leyes?
Argentina cuenta con leyes nacionales que nos protegen como ciudadan@s de este tipo de atropellos del sistema médico. A continuación cito los puntos más destacados, vinculados con la temática en cuestión:

Ley 26.529 - Derechos del Paciente en su Relación con los Profesionales e Instituciones de la Salud
Derechos del paciente [extracto]:
·         Trato digno y respetuoso. El paciente tiene el derecho a que los agentes del sistema de salud intervinientes, le otorguen un trato digno, con respeto a sus convicciones personales y morales…
·         Autonomía de la Voluntad. El paciente tiene derecho a aceptar o rechazar determinadas terapias o procedimientos médicos o biológicos, con o sin expresión de causa, como así también a revocar posteriormente su manifestación de la voluntad…
ARTICULO 5º — Definición. Entiéndase por consentimiento informado, la declaración de voluntad suficiente efectuada por el paciente, o por sus representantes legales en su caso, emitida luego de recibir, por parte del profesional interviniente, información clara, precisa y adecuada con respecto a:
a) Su estado de salud;
b) El procedimiento propuesto, con especificación de los objetivos perseguidos;
c) Los beneficios esperados del procedimiento;
d) Los riesgos, molestias y efectos adversos previsibles;
e) La especificación de los procedimientos alternativos y sus riesgos, beneficios y perjuicios en relación con el procedimiento propuesto;
f) Las consecuencias previsibles de la no realización del procedimiento propuesto o de los alternativos especificados.
ARTICULO 6º — Obligatoriedad. Toda actuación profesional en el ámbito médico-sanitario, sea público o privado, requiere, con carácter general y dentro de los límites que se fijen por vía reglamentaria, el previo consentimiento informado del paciente.
Reglamentación Ley 26.529
Artículo 11.- Directivas Anticipadas. Las Directivas Anticipadas sobre cómo debe ser tratado el paciente, deberán ser agregadas a su historia clínica. La declaración de voluntad deberá formalizarse por escrito, con la presencia de DOS (2) testigos, por ante escribano público o juez de primera instancia competente, en la que se detallarán los tratamientos médicos, preventivos o paliativos, y las decisiones relativas a su salud que consiente o rechaza.

El paciente puede incluso designar un interlocutor para que llegado el momento procure el cumplimiento de sus instrucciones.

Los profesionales de la salud deberán respetar la manifestación de voluntad autónoma del paciente. Cuando el médico a cargo considere que la misma implica desarrollar prácticas eutanásicas, previa consulta al Comité de ética de la institución respectiva y, si no lo hubiera, de otro establecimiento, podrá invocar la imposibilidad legal de cumplir con tales Directivas Anticipadas.

Todos los establecimientos asistenciales deben garantizar el respeto de las Directivas Anticipadas, siendo obligación de cada institución el contar con profesionales sanitarios, en las condiciones y modo que fije la autoridad de aplicación que garanticen la realización de los tratamientos en concordancia con la voluntad del paciente.

No se tendrán por válidas las Directivas Anticipadas otorgadas por menores o personas incapaces al momento de su otorgamiento, como así tampoco, aquellas que resulten contrarias al ordenamiento jurídico o no se correspondan con el supuesto que haya previsto el paciente al momento de exteriorizarlas.
En la Historia Clínica debe dejarse constancia de las anotaciones vinculadas con estas previsiones.

El paciente puede revocar en cualquier momento estas directivas, dejando constancia por escrito, con la misma modalidad con que las otorgó o las demás habilitadas por las Leyes que se reglamentan por el presente Decreto.

Si el paciente, no tuviera disponible estas modalidades al momento de decidir la revocación, por encontrarse en una situación de urgencia o internado, se documentará su decisión revocatoria verbal, con la presencia de al menos DOS (2) testigos y sus respectivas rúbricas en la historia clínica, además de la firma del profesional tratante.

El paciente debe arbitrar los recaudos para que sus Directivas Anticipadas estén redactadas en un único documento, haciendo constar en el mismo que deja sin efecto las anteriores emitidas si las hubiera, así como para ponerlas en conocimiento de los profesionales tratantes. Del mismo modo si habilita a otras personas a actuar en su representación, debe designarlas en dicho instrumento, y éstas deben con su firma documentar que consienten representarlo.

Ley nacional 25.929 - Derechos de padres e hijos durante el proceso de Nacimiento
Artículo 1º.- La presente ley será de aplicación tanto al ámbito público como privado de la atención de la salud en el territorio de la Nación. Las obras sociales regidas por leyes nacionales y las entidades de medicina prepaga deberán brindar obligatoriamente las prestaciones establecidas en esta ley, las que quedan incorporadas de pleno derecho al Programa Médico Obligatorio.

Artículo 2º.- Toda mujer, en relación con el embarazo, el trabajo de parto, el parto y el postparto, tiene los siguientes derechos:
 a) A ser informada sobre las distintas intervenciones médicas que pudieren tener lugar durante esos procesos de manera que pueda optar libremente cuando existieren diferentes alternativas.
c) A ser considerada, en su situación respecto del proceso de nacimiento, como persona sana, de modo que se facilite su participación como protagonista de su propio parto.
d) Al parto natural, respetuoso de los tiempos biológico y psicológico, evitando prácticas invasivas y suministro de medicación que no estén justificados por el estado de salud de la parturienta o de la persona por nacer.
e) A ser informada sobre la evolución de su parto, el estado de su hijo o hija y, en general, a que se le haga partícipe de las diferentes actuaciones de los profesionales.
Artículo 4º.- El padre y la madre de la persona recién nacida en situación de riesgo tienen los siguientes derechos:
a) A recibir información comprensible, suficiente y continuada, en un ambiente adecuado, sobre el proceso o evolución de la salud de su hijo o hija, incluyendo diagnóstico, pronóstico y tratamiento.
b) A tener acceso continuado a su hijo o hija mientras la situación clínica lo permita, así como a participar en su atención y en la toma de decisiones relacionadas con su asistencia.

Ley nacional 26.485 - Ley de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres
ARTÍCULO 3º - Derechos Protegidos. Esta ley garantiza todos los derechos reconocidos […] en especial, los referidos a:
a) Una vida sin violencia y sin discriminaciones;
 b) La salud, la educación y la seguridad personal;
 c) La integridad física, psicológica, sexual, económica o patrimonial;
 d) Que se respete su dignidad;
e) Decidir sobre la vida reproductiva, número de embarazos y cuándo tenerlos
f) La intimidad, la libertad de creencias y de pensamiento;
 g) Recibir información y asesoramiento adecuado;
 h) Gozar de medidas integrales de asistencia, protección y seguridad;

ARTICULO 6º — Modalidades. A los efectos de esta ley se entiende por modalidades las formas en que se manifiestan los distintos tipos de violencia contra las mujeres en los diferentes ámbitos, quedando especialmente comprendidas las siguientes:
e) Violencia obstétrica: aquella que ejerce el personal de salud sobre el cuerpo y los procesos reproductivos de las mujeres, expresada en un trato deshumanizado, un abuso de medicalización y patologización de los procesos naturales, de conformidad con la Ley 25.929.

Ley nacional 17.132 - Ejercicio de la Medicina
ARTÍCULO 19: Los profesionales que ejerzan la medicina están, sin perjuicio de lo que establezcan las demás disposiciones legales vigentes, obligados a:

·         Respetar la voluntad del paciente en cuanto sea negativa a tratarse o internarse, salvo los casos de inconsciencia, alienación mental, lesionados graves por causa de accidentes, tentativas de suicidio o de delitos.

miércoles, 23 de julio de 2014

¿Es el parto realmente un asunto tan "riesgoso"?

Traducción de un artículo donde Milli Hill analiza las áreas grises del tema, y que en gran medida aplica a lo que ocurre en estas latitudes lationamericanas también. 
Link al texto original


Si crees en todo lo que lees, entonces probablemente pienses que el parto/nacimiento es una de las actividades más riesgosas que un humano puede afrontar.

De hecho, no lo es, y estadísticamente tenemos más probabilidades de "conocer a nuestro creador" desde detrás del volante de un vehículo. Sin embargo, mientras la mayoría de los episodios de Top Gear  [programa de TV sobre autos de carreras] tiende a evitar la parte acerca de las probabilidades de muerte, pareciera que no podemos tener una conversación sobre el parto sin focalizarnos casi por completo en la lista aparentemente interminable de cosas que pueden salir mal.

Este foco en el riesgo se está tornando desproporcionado, dice Cathy Warwick, CEO del Royal College of Midwives (RCM) [Escuela Real de Parteras, institución oficial de formación para esa profesión en el Reino Unido] 
"Hay preocupación en el RCM y entre las parteras, respecto de que nuestro foco en el riesgo, y en la forma en que estamos describiendo el riesgo, está haciendo que las mujeres se sientan asustadas. Irónicamente, crear miedo, en sí mismo, crea riesgo -si las mujeres están asustadas entonces son menos propensas a liberar las hormonas necesarias para un nacimiento sin complicaciones."

A pesar de esta preocupación, todas las embarazadas del Reino Unido [y en muchas otras partes del mundo también] están categorizadas en términos de "riesgo". Mujeres para quienes todo es óptimo y normal son llamadas de "bajo riesgo", y las otras -que pueden tener alguna condición de salud u algún otro factor de "riesgo", por ejemplo tener más de 35 años, una cesárea previa, un alto índice de masa corporal, o un embarazo múltiple- son de "alto riesgo".

Caer en la categoría de alto riesgo probablemente signifique que te digan que algunas cosas no son recomendadas para ti, o incluso "no permitidas"; generalmente dar a luz en el agua, en un centro de nacimientos o en casa. 

A veces esto es correcto y justo. Si tienes un problema cardíaco, por ejemplo, o los estudios muestran un potencial problema de salud en el bebé, probablemente acojas la seguridad de un nacimiento en una institución y con un equipo de médicos para darte apoyo y asegurarse de que ambos estén lo más seguros posible. 

Para otras mujeres, no es tan blanco y negro.
"Yo quería dar a luz en un centro de nacimientos [gestionados exclusivamente por parteras para la atención del embarazo y parto normal, normalmente asociados a un hospital cercano donde derivar los casos que se complican] pero debido a mi edad -42- mi médico dijo que era muy riesgoso."

"Yo realmente quería un parto en el agua pero mi presión sanguínea había aumentado un poco entonces dijeron que no podía."

"Yo siempre quise un parto en casa pero me dijeron que como tenía una cesárea previa no estaba permitido."

En estas "áreas grises", es difícil juzgar donde poner el límite, dice Cathy Warwick:
"El profesional y la mujer necesitan tener conversaciones sensatas y constructivas, para que la mujer tenga en su poder todos los factores. Lo que me preocupa es que los doctores y las parteras pueden tomar las "pautas" como "reglas" -necesitamos más flexibilidad alrededor de las áreas grises."

Esta falta de flexibilidad puede a menudo ignorar el hecho de que las mujeres son las principales tomadoras de decisiones en el parto, no los profesionales, dice Rebecca Schiller, co-fundadora de la organización por los derechos humanos Birthrights:
"El principio legal del consentimiento significa que no puedes ser forzado a dar a luz en un lugar en particular o establecimiento médico en contra de tu volutad, mientras tengas capacidad mental para tomar tus propias decisiones."

Las mujeres están volviéndose gradualmente más conscientes de este derecho a elegir, como Melanie, 36, que tuvo a su segundo bebé en casa en contra de la recomendación de su médico:
"Me dijeron que yo era de alto riesgo porque tenía una cesárea previa, lo que significaba que no podía usar una unidad gestionada por parteras. Entonces luego de hacer mi propia investigación elegí tener un parto en casa. Comparé estadísticas y decidí que no consideraba de ayuda o positivo clasificar a las mujeres que quieren un parto vaginal después de cesárea (PVDC) [VBAC, por sus siglas en inglés] como alto riesgo."

Las mujeres también están buscando formas de reducir su propio riesgo personal, como Katherine, 29, que planea un parto en casa a pesar de su alto índice de masa corporal:
"Lo que estoy haciendo es minimizar el riesgo evitando la sobre-medicalización de mi parto. Estoy lista para intentarlo con hipno-parto [método actualmente muy difundido en Europa que utiliza técnicas de hipnosis para inducir la relajación de la mujer y reducir la sensación de dolor], máquina TENS [electro-terapia, también muy común en el Reino Unido y USA, emplea electrodos que emiten estímulos electricos en determinadas zonas del cuerpo que "anulan" la sensibilidad al dolor de las contracciones] y la pileta de parto. Mi presión sanguínea está bien en casa y sin embargo siempre sube en las consultas médicas -por lo que me siento más segura en casa. Tuve un parto normal con este mismo índice de masa corporal hace dos años y no estoy de acuerdo en que tengo un 60% más de chances de terminar en una cesárea. ¡El alarmismo es el mayor riesgo que hay si me preguntas!."

"El riesgo es relativo, nunca es absoluto" dice Cathy Warwick del RCM. "Por ejemplo, si elijes tener a tu bebé en un centro de nacimientos, tienes un 40% más de probabilidades de necesitar un traslado. Esto suena riesgoso -pero lo que sabemos es que incluso aquellas mujeres que son trasladadas aún tienen mejores resultados, y usualmente se sienten más positivas acerca de sus partos, que aquellas que eligen una unidad obstétrica desde el inicio."

Preguntando y comprendiendo que el riesgo puede ser presentado de diferentes maneras por diferentes personas o políticas, las embarazadas pueden empoderarse a sí mismas con información y ejercer sus derechos para tomar decisiones informadas. Y si eres de "alto riesgo" pero no quieres dar a luz en casa, de todos modos tus opciones pueden verse limitadas, como Rebecca Schiller explica:
"En vez de que sea un derecho humano el de parir donde y cómo quieras, en términos reales puede ser extremadamente difícil negociar la elección de un parto en el agua o en un centro de nacimientos una vez que te han etiquetado como alto riesgo. Las mujeres entonces enfrentan la difícil elección entre un parto conducido por su médico (generalmente carentes de facilidades para promover el confort y darles la mejor chance de evitar intervenciones innecesarias) y un parto en casa que quizá sientan que no es seguro o apropiado. Esto es injusto: a ninguna mujer debería de negársele el acceso a las facilidades que satisfagan sus necesidades."

Parece que nuestro foco actual en el riesgo está elevando los niveles de temor y comprometiendo la libertad de elección -pero ¿está haciendo que el parto y nacimiento sea más seguro? En los Estados Unidos, un país que tiene un abordaje altamente medicalizado del parto, las tasas de mortalidad materna duplican las del Reino Unido, y esto es en parte por su énfasis en el riesgo, dice Cristen Pascucci, de Improving Birth:
"Nuestras mujeres y bebés son continuamente puestos en peligro bajo argumento de evitar el riesgo. No tenemos problemas en forzar a una cirugía a mujeres solo por si a caso, o darle a dos de cada tres mujeres drogas con altos riesgos para inducir el parto, aún sabiendo que esas drogas son conocidas por causar sufrimiento fetal. Atamos a nueve de cada diez mujeres a un cinturón de monitoreo fetal que tienen un 99% de falsos positivos, incrementando sus chances de ser sometidas a ciurgía mayor pero sin mejorar los resultados de salud para los bebés -en América tenemos un impresionante registro de provocar complicaciones en el parto, de hecho, y hacer que las mujeres se sientan incómodas, angustiadas y violadas, todo en pos de evitar el riesgo."

El problema de nuestra obsesión con el riesgo, tanto aquí [Reino Unido] como en los Estados Unidos, es que la experiencia de la mujer en el parto y sus necesidades individuales son raramente considerados. Por ejemplo, el Congreso Americando de Obstetras y Ginecologos (ACOG) recientemente denunció los partos acuáticos, afirmando que es potencialmente peligroso y que no tiene beneficios. Dile esto a los miles de mujeres que se han deleitado dando a luz en el agua y que encontraron que no solo aliviaba el dolor sino que las hacía sentir más seguras y en control. [no es extraño considerando que a los médicos les gusta ser ellos los que están en control de la situación, todo lo que no les permita el control les resulta "potencialmente peligroso"]

Esto es irrelevante, dirían los asesores de riesgo. Pero para las mujeres, no es irrelevante. A las mujeres les importa su seguridad cuando dan a luz, pero la atención constante en lo que puede ir mal quita cualquier chance de disfrutar del parto, así como hablar constantemente de accidentes automovilísticos le quitaría la diversión a un paseo en convertible en un día soleado.
El riesgo ofrece un abordaje estandarizado del parto y bloquea los oídos a las voces de los individuos; puede limitar nuestra libertad y hacernos prisioneros del miedo. Y, lo más irónico de todo, nuestro foco constante en el riesgo conlleva el peligro de hacer el nacimiento menos seguro. 

Otros links relacionados:

El NICE recomienda partos domiciliarios o en centros asistidos por matronas




lunes, 21 de julio de 2014

Tu Plan de Parto es más que un pedazo de papel

Encontré este post de Anna Berger en "The Birthing Site" que expresa en gran medida algo que venía madurando a raíz de mi próximo post (que está por salir del horno). 
Razón por la cual lo traduje y se los comparto con algunos comentarios al final:

Recientemente la página de TBS en Facebook compartió esta imagen de Plus Size Birth. También fue compartida por varios otros sitios relacionados con el parto de los que soy seguidora:
image
El poder de un plan de parto no es el plan en sí, es el proceso de informarte acerca de todas tus opciones!
Desafortunadamente, muchos de los comentarios que vi se hacían eco de dos sentimientos comunes:
Tener un plan de parto te convierte en blanco de las críticas por parte de médicos/enfermeras [parteras], y "Tenemos 9 meses para informarnos sobre las opciones y prepararnos, pero no tenemos que poner eso en un plan de parto."
Estas dos ideas realmente me sacan de quicio. Son muy comunes, pero si suelen seguirme, tendrán una idea de lo que estoy por decir.

Tu plan de parto es un proceso, no (solo) un documento. No es simplemente una lista o un formulario para completar los espacios en blanco. No es (solo) una serie de "reglas" para tu médico o la institución. 
Puedes elegir ponerlo por escrito al final, o quizás no. Puedes elegir informar personalmente sobre todas tus opciones en lugar de tomar decisiones anticipadamente. Con suerte, lograrás discutir tus preguntas y decisiones con quienes asistan y acompañen tu parto, asegurarte de que los profesionales y la institución apoyan tus objetivos, y asegurarte de que tú y quienes te acompañan [pareja, doula, etc] están preparados y conocen tus elecciones y las herramientas que esperas usar.

Quizá quieras o no escribir algunas de estas cosas, pero todas estas cosas son tu plan de parto. El proceso de aprender, investigar, tomar clases, tomar decisiones, y establecer objetivos son todos parte de tu plan de parto, sea que los pongas por escrito o no. Y si ese proceso, esa educación fundamental sobre cómo tu cuerpo funciona y lo que puede pasar contigo y con tu bebé durante el trabajo de parto y nacimiento te convierte en blanco de críticas... entonces quizá necesites un equipo diferente para asistirte.
Sé que no siempre es posible, pero cualquier profesional que considera que una persona informada que prepara un plan para su parto es un problema en vez de entender que hace su trabajo más sencillo, necesita reconsiderar su trabajo y lo que éste implica.

Admito que en ocasiones la lista o formulario [o el modelo descargado de internet]  hacen que sea mucho más sencillo escoger una preferencia sin investigar demasiado, y que puede resultar frustrante para los profesionales que luego tienen que explicar por qué, a veces, los procedimientos e intervenciones que suelen no ser de preferencia resultan necesarios. Si este es el caso, no has armado un plan de parto realmente, solo has elegido algunas opciones de un menú en un restaurante que nunca has visitado antes con una cocina que jamás has degustado. 

La clave está en la palabra: plan.
El plano de una casa no es solo un trozo de papel con habitaciones dibujadas en él; es el resultado de meses de trabajo en la distribución, materiales, opciones de pintura y consultas con profesionales. Un plan de viaje no es solo un dibujo de caminos, es una estimación de cuánto tomará cada segmento, dónde esperas detenerte en el camino, qué destino tienes en mente y, a menudo, algunas alternativas por si surgieran desvíos. Ordenas de un menú no es lo mismo que planificar una comida, con todas las compras requeridas, aprender habilidades de cocina y coordinar qué cosas deben estar en el horno o en la hornalla por cuánto tiempo y temperatura. 

Tu plan de parto es un proceso importante, no solo un pedazo de papel.

El planteo de bastante claro y simple. Y así tal cual funciona en la realidad. 
Más allá de las leyes y toda la carga moral o ética que podamos ponerle al asunto, la realidad demuestra que es el camino recorrido, el proceso de buscar, indagar, cuestionar, comparar, analizar y sopesar ventajas vs. riesgos, para finalmente decidir y elegir, es lo que nos va preparando y va definiendo cómo nos vamos a posicionar y qué tipo de atención es más probable que recibamos al momento del parto.

Quien está convencido de algo, quien realmente lo desea y comprende las variables y la importancia detrás de cada elección, probablemente no sea fácil de convencer de lo contrario o de doblegar. Va a insistir, a seguir peleando y buscando la forma hasta lograr su objetivo.

El plan puede estar plasmado en papel o no, lo que hará la diferencia es la seguridad y la confianza que esa mujer o esa pareja hayan podido construir para con el proceso del parto en sí, para consigo mismos y las propias habilidades, recursos y limitaciones, y para con los profesionales e instituciones que los asistan. También los acuerdos son importantes, tener claridad sobre lo que uno desea, por qué lo desea, buscar quienes sean capaces de respetarlo, de hacerlo valer y aceptar que la flexibilidad es esencial dado que nunca se sabe de antemano cómo van a resultar las cosas.