domingo, 8 de junio de 2014

El rol espiritual de la partera

Comparto aqui algunos pasajes del libro "Redescubriendo el nacimiento" de Sheila Kitzinger que considero muy interesantes para entender el verdadero y trascendental papel de una partera auténtica, lo que le da valor especial e irremplazable a su figura.

"Tradicionalmente una partera no es simplemente un asistente para el parto con una pericia especial. Ella tiene una función espiritual en ayudar al bebé a nacer, a la mujer a convertirse en madre, y en crear un ambiente para el alumbramiento y el tiempo inmediato siguiente de modo que sea adecuado para una transición espiritual. En muchas culturas ella es también responsable por las plegarias, los cantos, invocaciones y otras acciones para despejar el camino para el parto y nutrir las relaciones adecuadas entre todos los participantes.

[...] Casi en todos lados, el trabajo religioso realizado por la partera es diferente de la religión dirigida por los hombres, dominante en la cultura más amplia. Es parte de la religión de las mujeres, y como tal es tratada con desdén o entretenida tolerancia por los especialistas masculinos. 
   La partera trabaja en la intersección del tiempo, donde las generaciones dan lugar a nuevas generaciones. En ayudar a dar lugar al nacimiento, ella recrea un santuario.  Ella es la pastora entre los dos mundos de lo espiritual y lo humano, y sus habilidades residen en el punto donde lo emocional y lo biológico se tocan e interactúan. Ella es la cuidadora del árbol de la vida.

[...] La creciente ausencia de tradiciones concretas y de cualquier conciencia histórica implica que millones de niños en el mundo urbanizado carecen de conciencia acerca de la "sucesión de las generaciones". 
   De la misma manera, cuando el nacimiento es percibido como una parte de un gran árbol de la vida, extendiendose en el tiempo y la eternidad, y como un nexo con los ancestros, tiene un significado más profundo para el individuo, y para la sociedad. Una parte significativa del rol de la partera tradicional es conocer ese significado y empoderar a la madre con la fortaleza espiritual que proviene de sus antepasados.

[...] El parto siempre ha sido considerado una prueba para las mujeres, que conlleva coraje y resistencia. [...] era percibido como una travesía espiritual y una experiencia transformadora, tanto como un proceso fisiológico. 
   Una madre emergía del trabajo de parto con aire triunfal, casi como un guerrero regresando victorioso de la batalla. Las mujeres escribieron sobre el dolor del arduo trabajo. Pero la experiencia del parto era mucho más amplia que eso. Era un drama en el cual había un sentido de unidad, tanto con las demás cosas vivientes como con una larga línea de mujeres en el pasado.

Misterios del Parto
En la Inglaterra de los Tudor y los Estuardo las prácticas alrededor del parto se mantuvieron en gran parte en secreto para los hombres. Y aún así casi todo lo que sabemos sobre los nacimientos en esa época fue escrito por hombres. [...] Los ritos que las mujeres desarrollaban se asemejaban a los de una religión clandestina en la que no había lugar para los hombres.

[...] Se suponía que las parteras debían estar licenciadas por la Iglesia (teniendo prohibido realizar "ceremonias supersticiosas, oraciones, encantos, ritos satánicos o hechicería"), pero muchas trabajaban sin tal autorización. La subcultura femenina del parto incluía prácticas íntimas y creencias que eran apenas sospechadas por los esposos y sacerdotes, fueron resistentes a la reforma por mucho tiempo y permanecen virtualmente inaccesibles a los historiadores.

[...] Parece bastante probable que el ataque a la magia socavó y alteró los misterios y rituales femeninos para el parto. La partera ya no tenía una función carismática directa; ella debía ser solamente un instrumento efectivo de la voluntad divina. La mujer expectante y sus asistentes no podían hacer nada para buscar y ofrecer confort salvo rezar a Dios. 

Durante los siglos XVII y XVIII [...] las mujeres gradualmente cedieron a los doctores el control médico del parto, la manipulación de sus cuerpos, pero no relegaron los rituales del nacimiento. En un compromiso que refleja la configuración temprana entre religión y ciencia, las mujeres permitieron a los hombres tratarlas como máquinas naturales que podían funcionar mal, pero se reservaron el significado espiritual del parto para ellas mismas. El nacimiento en la esfera social continuó como un asunto dividido: el cuerpo en la manos de los hombres, el espíritu en la compañía de las mujeres.
   En la mayoría de las sociedades el alumbramiento ha sido una experiencia en la que las mujeres se reunían para ayudarse mutuamente y reforzar lazos en la comunidad. Ahora que la erradicación efectiva del dolor con anestesia es habitualmente el único tema en cualquier conversación sobre el parto -ya sea que optes por la peridural o vayas por un "parto natural"- los elementos sacramentales y sociales que solían ser centrales en la experiencia de parto de una mujer, y que aún lo son en algunas culturas, parecen ser, para una creciente proporción de mujeres, completamente irrelevantes.
   [...] Un efecto de la desacralización del parto es que la mujer es dejada indefensa ante el miedo y el dolor. La garantía de una peridural tan pronto como atraviesa la puerta del hospital puede ser la única cosa que hace el trabajo de parto soportable.
   En cada cultura el nacimiento ha sido una mezcla extraordinaria de fisiología que es parte de nuestro linaje mamífero -el poder de contraer el útero- y creencias sobre qué es ser humano en relación con el resto de la creación, los enlaces que unen a la gente por amor y lealtad, y el significado de la vida. El nacimiento no fue segmentado del resto de la experiencia humana para convertirse en un acto médico hasta entrado el siglo XX."