jueves, 29 de mayo de 2014

Ponerle palabras (y el hombro) a la violencia

"Al menos tienes un bebé sano"
Escribo este post porque lo considero de una necesidad imperante. 

Honestamente estoy cansada y enojada de esta actitud que prevalece, aún entre mujeres, aún entre víctimas, a naturalizar la violencia, el atropello que sufren nuestros cuerpos y nuestras emociones, a repetir fórmulas bienintencionadas pero perversas, cuyo único objetivo es el de mantener la represión, como "no te quejes, al menos tienes un bebé sano", "pensá solo en lo positivo", "la próxima te irá mejor", "mirá a tu bebé y no pienses en lo demás", etc.

No, no y no!! no tiene por qué ser así. No es normal ni natural ni esperable salir de un parto destrozadas. 
Ni es lo mismo la crisis que produce la desestructuración de la identidad (la cuestión de devenir en mujeres madres) que tiene lugar durante el puerperio, que el trauma de una experiencia negativa.

Constantemente me cruzo con mujeres que han tenido, literalmente, un parto de mierda, por diferentes motivos. Pero no logran verlos así aunque padecen sus consecuencias. Se mantienenen una especie de idealización o "normalización" del mismo que suele distar mucho de la realidad objetiva. 

Casi siempre hay cosas rescatables, recuerdos agradables a los que se aferran, lo cual está muy bien, es necesario. Pero hay también mucha desinformación y violencia detrás de sus relatos, y eso es lo que cuesta reconocer. La primer reacción cuando son enfrentadas con esa violencia (ante una pregunta, por ejemplo) es negarla, desdibujarla o justificarla. Son realmente muy pocas las valientes que se animan de entrada a reconocer su bronca, su tristeza o su malestar respecto de la experiencia.
Esta actitud es comprensible, por un tiempo... son muchos los cambios, las emociones y las adaptaciones que ocurren en el posparto inmediato. Sin embargo, llegado el momento es necesario dejar de dar vueltas y "tomar el toro por las astas". De lo contrario, seguiremos acarreando las huellas, y las consecuencias, de esa experiencia traumática irresuelta y negada. 

A mi también me pasó, tuve mi propio parto de mierda (aunque no fue de los peores) que me costó más de año y medio superar, atravesando un espantoso puerperio. Lo hice luego de poder reconocer y hablar de lo ocurrido y sobre cómo me sentí, sin temor a mostrarme frágil o equivocada en mis decisiones. 

También existe una gran responsabilidad en el sistema médico, cuyo modus operandi consiste en naturalizar y banalizar las prácticas que atentan contra nuestra integridad física y psíquica, que realizan indiscriminada y sistemáticamente.
Nos convencen, con sus actitudes y su discurso, de que era lo normal, lo esperable, lo que debía de pasar. Hasta a veces la perversidad llega al punto de hacernos sentir responsables de lo que pasó. Total, una vez nacido el bebé, una se "olvida" de todo. La atención pasa a otro lado.
"Maud, la pelirroja vecina con quien me cruzaba en la escalera..., dio a luz ayer. Cuando le pregunté si todo había ido bien, me respondió con voz muy bajita: "¡Súper!". Después me dijo que se utilizaron fórceps. Pero se apresuró a a añadir que no había sentido nada porque le aplicaron la peridural y la hicieron una episiotomía. Me pregunto qué palabra habría usado Maud para describir su parto si no se hubiesen utilizado fórceps... "¿Réquete súper?"No es la primera vez que escucho a mujeres que han padecido el trío peridural-episiotomía-forceps, empleado los mismos términos superlativos pero evasivos. Como si la asociación fuese tan banal que no existiera una razón para quejarse, enfadarse o hasta lamentarlo. Ahora bien, no puedo evitar preguntarme cómo es posible que los fórceps o una episiotomía sean vividos con alegría de corazón, con alegría de cuerpo. Aunque Maud no haya sentido nada, tendría derecho a estar enfadada o triste. Pero estos son sentimientos que una joven madre no se permite. Como su bebé está sano y salvo, ella no se concede derecho a unos sentimientos tan negativos. Sería inoportuno, casi chocante. Una joven madre lo olvida todo, lo perdona todo cuando tiene a su bebé en brazos. Además, con frecuencia ya ni sabe lo que vivió. Se trata de la amnesia posparto. ¿Es mejor o es peor? Lástima, en todo caso, que nos contentemos con disfrazar, con adormecer el dolor manifiesto y descuidemos el otro, el más subterráneo y mucho más difícil de tomar en cuenta: el del alma mortificada, el del cuerpo cuya integridad se ha visto escarnecida. Lo que no se dijo pesa gravemente sobre el corazón y el cuerpo de las madres. Es duro vivir con un dolor que ni siquiera nos atrevemos a pronunciar."                                                                 Marie Bertherat, "Con el consentimiento del cuerpo"

Como siempre digo, es muy duro reconocerse violentada. Especialmente si no encontramos apoyo en nuestro entorno. 
Pero más duro aún es ponernos la careta, hacer como que no pasó o no pasa nada. Porque eso que pasó, por más que no lo queramos ver, que no lo queramos poner en palabras, está ahí, acechando, y se va a reflejar y a repetir hasta que podamos reconocerlo. Y eso no se resuelve mirando la carita de nuestro bebé ni pensando solo en lo positivo.

Solo se puede "sanar" cuando logramos hablar del tema, sin omisiones, justificaciones ni maquillajes. Cuando logramos enfrentarnos cara a cara con las sombras de la experiencia vivida, aceptar y validar el dolor, el enojo, la bronca, entender dónde hubo responsabilidad propia y ajena, perder el miedo a mostrarnos vulnerables, perdonarnos y capitalizar lo vivido.
Entonces viene el alivio. Y podemos avanzar. El dolor y la bronca no se van a ir, no desaparecen. Pero ya no los percibimos de la misma manera. Lo hemos superado y ya no vamos a repetirlo.

Y durante este proceso, hay que dejarse acompañar por personas empáticas, que no se empeñen (aún con la mejor intención) en acallar el dolor con frases hechas de falso consuelo, sino en dejarlo que fluya y salga, con la entereza necesaria para sostenernos y confortarnos mientras eso ocurre. 


Como bonus track, dado que discurre sobre esta misma temática, les recomiendo esta obra de Las Casildas, interpretada por 4 maravillosas mujeres:

domingo, 25 de mayo de 2014

Por el derecho a elegir DONDE parir (nuevamente a la carga)

Que el proyecto de ley 2895-D-2014 incluya la atención del parto domiciliario por parteras.Ateniéndose además a las recomendaciones de la OMS en relación al embarazo y el nacimientoEn plena Semana Mundial del Parto Respetado, nos encon-tramos con la noticia de que nuevamente se encuentra amenazada nuestra posibi-lidad de elegir dónde tener a nuestros hijos

El nuevo proyecto de ley 2895-D-2014 (impulsado por los diputados Juan Fernando Marco-pulos, Sandra Daniela Castro, Bernardo José Biella Calvet, Ana María Perroni, Gastón Harispe, Araceli Ferreyra, Stella Maris Leverberg, Andrea Fabiana García, Carlos Gustavo Rubin, Carlos Guillermo Donkin, José Daniel Guccione, Julia Argentina Perie) actualmente se encuentra en la comisión de salud, trata sobre las incumbencias profesionales de las parteras y pretende nuevamente dejar por fuera de su ejercicio la atención de los partos planificado en domicilio.

No importa si vos lo elegirías o no, entendemos que las elecciones son absolutamente personales, pero necesitamos que haya opciones disponibles para poder ejercer nuestra libertad y se trata de un derecho que está siendo coartado tanto a l@s parter@s como a las familias

Desde la agrupación "Por el derecho a elegir como parir" estamos impulsando una junta de firmas solicitando la modificación de este proyecto para que incluya el parto domiciliario.
Por favor, firmá este petitorio y compartilo.

El antecedente
Hace apenas 2 años surgió otro proyecto para modificar la ley 17132, que regula la actividad de la profesión Obstétrica en Argentina. Dichas modificaciones (expediente 7719-D-2010) pretendían que las parteras solamente pudieran asistir partos dentro de instituciones públicas o privadas, dejando afuera la atención de los partos planificados en domicilio.

Entonces mujeres, familias, parteras/os independientes y asociaciones vinculadas al ámbito de los derechos de género y parto humanizado se unieron con el objetivo de difundir estos hechos y coordinar esfuerzos para evitar que se apruebe esa ley.

Contexto Mundial
Este tipo de iniciativas de salud pública demuestran cuan alejados estamos de la tendencia en los países más desarrollados, que a su vez sigue la evidencia científica.


Los partos domiciliarios planificados, así como su atención en manos de parteras son a nivel mundial y de organizaciones como la OMS, un modelo reconocido y recomendado, siendo incluso en muchos países la primera opción ante un embarazo sano, de mujer sana y bebé sano. Países como Canadá, Holanda, Gran Bretaña y Nueva Zelanda, entre otros, poseen protocolos asistenciales oficiales, avalados por evidencia científica y muchas décadas de experiencia en la asistencia de partos domiciliarios.

Por ejemplo, recientemente el NICE (National Institute for Health and Care Excellence) 

Para Argentina sería un retroceso que esta posibilidad quede excluida de las incumbencias profesionales de las parteras, afectando a muchas mujeres y familias que eligen esta opción para recibir a sus hijos.

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sábado, 17 de mayo de 2014

Actividades Semana Mundial de Parto Respetado 2014























Tu cuerpo sabe

"Parir es una aventura privada. No renuncies tan pronto a tu autonomía en nombre de la salud pública; si tu embarazo no muestra patologías, no te dejes impresionar por la parafernalia del «progreso», tan dispuesta a interponerse. Pantallas de ecógrafos, batas blancas, guantes de látex, perfusiones, jeringas...
Me fue dado asistir a varios nacimientos. Es algo difícil de olvidar. La emoción, la intensidad del momento. [...] En medio de los aparatos niquelados, laqueados, cromados , acontece la magia. 
Ocurre casi siempre en el mismo momento, en el momento en que las contracciones son más fuertes, un poco antes de que asome la cabeza del niño, su rostro cubierto de secreciones, como el de una minúscula estatua velada. Entonces brota la magia. Lo llamo magia a falta de una palabra mejor. Una energía sin forma ni color atraviesa el lugar. ¿De dónde viene? ¿Del interior de la mujer que está ahí, pariendo? Energía palpable por un breve instante. Instante brevísimo. Una cosa salvaje, grandiosa, violenta como la vida, como la muerte.
Quienes tienen la piel más dura no le son insensibles. Al decir de las parteras más veteranas que conozco, la rutina nunc aborra por completo esa impresión de extrañeza. No es raro que nos apresuremos a amordazar, a atajar esa fuerza surgida de un cuerpo de mujer; para quien no está íntimamente involucrado, roza lo intolerable. Por otra parte, someter a una mujer encinta es cosa fácil. Sí, ahí está la paradoja. Tanto pderío virtual en esos momentos y, al lado, tantos miedos secretos. Tantas dudas, tantas preguntas sin respuesta. Los cambios que vemos en el cuerpo y esos otros, más profundos, que no se ven. El embrión oculto a la mirada y a la vez presente ya ausente. Nuestra costumbre de guiarnos por la vista y sólo por ella nos sume en el desconcierto, en la inquietud por lo que llaman Misterio de la Vida y qué sucede dentro, en la oscuridad de nuestro cuerpo. 

Entonces es muy fácil someterse, muy fácil ponerse en manos de la autoridad. Muy fácil otorgar superpoderes a quienes se supone que saben mejor que nosotras lo que ocurre en nuestro propio interior. Un médico, un especialista, un ecógrafo, un análisis de sangre, un análisis de orina; cualquier cosa nos inspira más confianza que nosotras mismas. 
Y durante ese tiempo se nos escapa lo esencial... No pudiendo confiar en nuestros sentidos, privadas de nuestros sentidos, pasivas y sometidas, vamos a tumbarnos, a renunciar, a dejar que nos duerman, anestesiadas.
Y sin embargo, cuanto no habrá hecho la naturaleza para transmitir la vida. Ella no vacila en producir millones de espermatozoides dotados de la máxima audacia para propulsarse, y una infatigable sucesión de óvulos. Con prodigiosa fuerza se atracción, arroja a machos y a hembras los unos hacia los otros. Dispone con ingenio el cuerpo de las mujeres para favorecer los preliminares del encuentro. Su esmero llega hasta el punto de sumergir al embrión en un líquido salado que recuerda muy de cerca las aguas del océano primitivo. Para que la vida que surgió otrora en este elemento no se sienta perdida. Después de esto, amén de muchas otras hazañas destinadas a preservar nuestra reproducción, ¿por qué querríamos que en la última etapa ella saboteara la totalidad del proyecto? ¿Por qué querríamos que el cuerpo de los mamíferos humanos no fuera capaz de abrir paso al fruto admirablemente cultivado durante meses? ¿Por qué querríamos que la naturaleza se olvidara justamente de prever la salida?
No es poca cosa sentir en nuestro cuerpo la presencia de un cuerpo extraño. Para habitar este cuerpo de dos hay que tomar conciencia de la profundidad que existe tras la fachada. Para sentirse más estable, menos vulnerable, hay que reunir el ser entero. Para estar disponible a la vida de ese otro minúsculo, hay que estar disponible a las propias sensaciones.
Embarazadas, las mujeres tienen más que nunca ese sexto sentido que les da acceso a su cuerpo. Presienten que necesitan reunirse para, luego, separarse mejor.


[...] El cuerpo de las mujeres está bien formado para abrir paso al feto que él mismo creó y llevó en su interior. Una mujer que entiende precisamente eso, Paule, con sus cuarenta años de oficio de partera, explicó a Marie de qué modo estaba hecho su cuerpo y cómo prepararse. Cómo dar permiso al niño para cruzar la vía estrecha. Permitir el paso, parir a cuerpo dispuesto: he aquí el secreto de Paule.
[...] Si eres presa de la inquietud, si sientes la necesidad -puedo entenderlo- de una palabra tranquilizadora, de una explicación práctica, déjate tomar de la mano. Ellas te ayudarán a descubrir la fuerza potencial que  escondes en tu interior. Te ayudarán a ser tú misma, a entender cómo se facilita el alumbramiento. Facilitar el nacimiento es lo contrario de someterse ciegamente. 

[...] Para muchas personas, ser no es más que una fachada. Detrás de la fachada están sus sensaciones, sus emociones, sepultadas en el interior de su cuerpo, del que no saben nada...
Para una mujer encinta, la fachada, modelada desde adentro, se mueve y se transforma. ¿Cómo ignorar el adentro que se impone a cada segundo? Imposible esperar otro momento. El momento es ahora.

[...] El milagro está en que las mujeres son capaces de reunir el  cuerpo y el espíritu, lo físico y lo psíquico, la fuerza y la debilidad. Durante nueve meses, la naturaleza les hace este regalo de borrar la dualidad de su ser, de tomar conciencia de su unidad."

Therese Bertherat - Prólogo de "Con el consentimiento del cuerpo"