martes, 14 de enero de 2014

"Dar a luz naturalmente es dar a luz con las propias hormonas... es dar a luz con las propias emociones."


Libro: ACERCA de la FISIOLOGÍA en el EMBARAZO y PARTO.
Autora: Verena Schmid. Editorial Mujer Sabia,
dedicada a la partería y salud integral de la mujer.
Estoy leyendo este libro que es una joya y quería compartirles unos párrafos...

"Para la mujer gestante la prevalencia del hemisferio derecho empieza durante el embarazo, estimulada por la intensa producción de hormonas, y crece durante los meses previos al parto. La actividad del sistema nervioso parasimpático se intensifica durante el trabajo de parto, a través de la fuerte estimulación hipotalámica generada por el dolor y la alta producción de hormonas.
Durante la segunda fase de la dilatación las funciones del hemisferio derecho terminan prevaleciendo sobre las otras funciones. En la práctica, esto implica para la mujer, un abandono gradual del control racional permitiendo la emergencia de emociones conscientes e inconscientes. La mujer lentamente, se abre a su verdadero ser y a su bebé, entrando en un estado alterado de conciencia. Este proceso de revelación emocional se corresponde con una revelación del cuerpo femenino más física (por ejemplo la dilatación), y con una mayor producción hormonal (por ejemplo la intensidad de las contracciones).
Sin embargo, conforme ella va revelando su cuerpo y su emocionalidad, la mujer también se vuelve más vulnerable, y los miedos reprimidos pueden quedar al descubierto. Además, ella necesita protección, reafirmación y respeto. Este proceso de revelación interior durante el embarazo es de profunda naturaleza femenina y, como tal, es sumamente desconocido y está devaluado. El nacimiento es el proceso de apertura en su mayor expresión e ignorar esto puede llevar con frecuencia a errores que dañan todo el trabajo de parto."

La función fisiológica de seguir los instintos
"Cada vez que los sistemas fisiológicos de adaptación tratan de imponer un patrón de comportamiento adaptativo instintivo que no es realizado a través del individuo, los niveles de cortisol se incrementan, con la subsecuente inhibición o hiper-estimulación de endorfinas. El delicado equilibrio de la homeostasis está entonces roto.
[…] Cuando estamos en un estado de sumisión, pasividad con resignación y depresión, los niveles de cortisol están por las nubes, mientras que los sistemas de adaptación están inhibidos. En esta situación, los sistemas de adaptación ya no son capaces de alertar al cuerpo del peligro; esto pone al individuo en una posición potencialmente peligrosa.
Durante la reproducción, los riesgos para la madre y el bebé se incrementan. Por ejemplo, una mujer en trabajo de parto que, ante el estímulo del dolor, instintivamente busca una mejor posición; y es reprimida de hacerlo o forzada a usar una posición inadecuada (no instintiva); o una mujer que por miedo, resignación o sumisión a la autoridad de alguien más no lleva a cabo los comportamientos apropiados para el dolor, y en su lugar se petrifica; incrementará los niveles de sus hormonas del stress lo que será rápidamente interpretado como distress, con efectos inhibitorios sobre toda la fisiología del trabajo de parto.
Además, en esta situación la mujer ya no es capaz de recibir las señales de alarma de su organismo y no será capaz de proteger a su bebé porque ha perdido su conexión intuitiva."

Sobre la seguridad tecnológica
¿Cuáles son los mecanismos que nos mantienen en la creencia irracional de que el nacimiento hospitalizado es más seguro aún para mujeres con embarazos saludables, aunque esto contradice lo que la investigación científica ha estado diciendo por algunos años?
"La respuesta es: el miedo. La tecnología genera miedo. Con sus máquinas, le dice a la mujer: «Tú no eres lo suficientemente buena como para parir por tu cuenta; la máquina es superior a ti y a tus instintos. Los instintos son impredecibles, la máquina no.» 
El miedo y el ambiente extraño del hospital crean stress en la mujer, mientras que la autoridad de la tecnología crea sumisión. En esta situación, los niveles de cortisol inmediatamente se disparan. El entorno hospitalario primero inhibe los sistemas de adaptación naturales, creando una situación de peligro, sólo para después intentar sustituirlos con algunas de las dinámicas fisiológicas inhibidas de la mujer, y actuar como protectores de los peligros del parto.La idea de que se puede prevenir el peligro no interviniendo con las funciones físicas y de comportamiento de nuestros sistemas de adaptación, se ha perdido en un mundo pobre en instintos naturales y raciocinio, y rico en tecnología y poder.

viernes, 3 de enero de 2014

Parir acompañadas es un derecho, no un lujo

Las posibilidades de acompañamiento

Hoy en día, la mayoría de la gente da por sentado que toda mujer que va a parir lo hace acompañada por el padre de su bebé, su pareja u otra persona de su confianza. Esto no es totalmente cierto, no en todos lados ni en cualquier circunstancia…

Ancestralmente, desde épocas muy antiguas las mujeres daban a luz acompañadas (con mayor o menor cercanía) por otras mujeres de su familia o comunidad.
La introducción de la figura del padre (acompañante masculino) en el parto es relativamente reciente. Se produce en los años 70, cuando los padres comienzan a ser admitidos en las salas de parto a raíz del surgimiento de la “psicoprofilaxis obstétrica”1.

El acompañamiento durante el parto es una práctica cuyos beneficios han sido ampliamente demostrados en diversos estudios reconocidos por entidades internacionales como la Organización Mundial de la Salud, he incluso está avalada legalmente en algunos países como la Argentina, y sin embargo no está completamente instalada.

“Para el bienestar de la nueva madre, un miembro elegido de su familia debe tener libre acceso durante el parto y todo el periodo postnatal.” Organización Mundial de la Salud, Declaración de Fortaleza “Tecnologías Apropiadas para el Parto”,  publicada en Lancet 1985; 2:436-437

“Toda mujer tiene derecho a estar acompañada, por una persona de su confianza y elección durante el trabajo de parto, parto y postparto.” Ley Nacional 25.929 sobre Derechos de Padres e Hijos Durante el Proceso de Nacimiento, vigente desde 2004

“Las investigaciones disponibles son abundantes y muestran que las madres tienen un gran beneficio en estar acompañadas por  una persona de su elección, por doulas o parteras. El apoyo continuo aumentó la probabilidad de un parto vaginal espontáneo, no identificó  efectos adversos y produjo resultados de mayor satisfacción en las mujeres.”  Revisión Cochrane, Biblioteca Cochrane Plus ISSN 1745-9990

En muchas instituciones de salud de todo el mundo las mujeres siguen siendo separadas de la/s persona/s de su confianza al momento del parto
Especialmente en hospitales públicos, donde el paciente no es visto como un “cliente” al que se le brinda el “beneficio” de la compañía.

Semejante incumplimiento y omisión intencional de la evidencia científica es justificado con diversos motivos, siendo los más comunes: la falta de infraestructura (la existencia de salas comunes donde hay varias mujeres en trabajo de parto al mismo tiempo), cuestiones de “asepsia”, la resistencia del personal sanitario a tener personas “extrañas” en la sala de partos, el miedo a las posibles reacciones o actitudes del acompañante, temor a que su actuación profesional sea observada y objetada por un tercero (lo cual es bastante probable dadas las tasas de violencia obstétrica), etc. Todas estas excusas son inaceptables por donde se las mire, dado que constituyen un abuso de poder y van a contramano de la legislación vigente.

Existen distintas figuras dentro de lo que se considera un “acompañante” del parto, cada una con sus propias características, un rol particular, y todas con algún nivel de resistencia o exclusión dentro del sistema sanitario.
Ninguna de estas figuras es imprescindible para que el nacimiento ocurra (solo se necesita una mujer con un bebé en su vientre), ni tampoco se contraponen entre sí. Creo que pueden complementarse muy bien, llegado el caso, para el mejor beneficio de la mujer y el niño en camino.
Según Odent, existe una cualidad esencial para los acompañantes del nacimiento, que es tener la habilidad para ayudar a la mujer a sentirse segura y tranquila.

Parteras, matronas y comadronas
Tradicionalmente y hasta no hace mucho tiempo, la mujer que iba a parir buscaba la asistencia de una partera de su comunidad. Generalmente eran mujeres respetadas y reconocidas, que ya habían parido varias veces y/o habían sido capaces de superar alguna dificultad o complicación (parto de nalgas, múltiples, etc) y con la experiencia sucesiva iban desarrollando habilidades y conocimientos vinculados con la fisiología del nacimiento. Al mismo tiempo esos conocimientos eran transmitidos oral y empíricamente a las aprendices (generalmente las hijas o nietas). Los partos se desarrollaban en la casa de la mujer o en la de la partera. Las parteras tradicionales tienen conocimientos sobre hierbas medicinales, técnicas especiales como el manteo y otros recursos naturales que ponen al servicio del bienestar de la mujer y su bebé. Además, no solo acompañan y asisten el parto, sino que también lo hacen durante el embarazo y el puerperio bajo condiciones normales. Esto aún se mantiene en algunas comunidades rurales alejadas de la “civilización”, pueblos pequeños y en tribus aborígenes.

El rol de las parteras modernas, en las ciudades, es muy diferente. Tienen formación universitaria y generalmente trabajan en hospitales o instituciones privadas (en aquellos lugares donde todavía persiste la figura, dado que en muchos ha sido directamente eliminada) bajo el mando y la tutela de los médicos, que tomaron control del parto (así como del embarazo). Han perdido en gran medida sus habilidades y saberes esenciales vinculados al cuidado de la salud en la maternidad, han sido doblegadas o sucumbido a un sistema perverso, del cual todos son víctimas, pero especialmente las parturientas y sus bebés dada su vulnerabilidad durante este proceso; son funcionales a la injustificada medicalización del proceso de nacimiento y se han olvidado de quienes son los protagonistas principales del evento. Ellas, salvo escasas excepciones, ya no brindan en apoyo y la contención que las mujeres necesitan, sino que están al servicio del médico y la institución.

Afortunadamente, aún quedan sociedades donde las parteras han conservado su rol aunque ha ido evolucionando, que tienen los mejores índices de atención y los mejores resultados (menor índice de intervenciones de rutina, menor índice de cesáreas y mejores índices de morbi-mortalidad), como por ejemplo Holanda, Canadá, y en cierto punto Inglaterra. Estos resultados también se replican en las casas de partos atendidas exclusivamente por parteras o en los partos atendidos por parteras independientes que integran a su formación universitaria muchos saberes y prácticas de la partería tradicional y trabajan mucho en establecer un vínculo de confianza con la mujer y su familia durante los controles y encuentros prenatales.
Tal es así que la Organización Mundial de la Salud las considera la profesional más apropiada y económica, para ser asignada al cuidado de un embarazo y de un parto normal, incluyendo entre sus funciones el establecimiento de los distintos riesgos y el reconocimiento de complicaciones.” (OMS, “Guía Práctica - Cuidado del Parto Normal”, Ginebra, 1996).

En muchos lugares las parteras están despertando a una nueva vocación, están redescubriendo sus capacidades y habilidades, poniéndose completamente al servicio de las mujeres, protegiendo el ambiente del parto y transformándolo en una atmósfera más cálida, amorosa y respetuosa de la fisiología, los tiempos y las necesidades emocionales de cada mujer.

“El parto en libertad nos coloca frente  a un enorme desafío: desandar mucho de lo andado y reconsiderar buena parte de los conocimientos adquiridos.
Acompañar a una gestante en el ejercicio de su libertad  implica no  sólo saber hacerlo desde la fisiología, respetando los ritmos del cuerpo sino, fundamentalmente, estar junto a ella en una experiencia emocional en la que tenemos que estar dispuestas a todo porque el resultado es siempre incierto.
[…] Por eso creo que el único camino posible para la partería es recuperar el saber simple, elemental, afectivo, profundo, de nuestras antecesoras en la historia, esas matronas-comadronas-parteras que estaban conectadas con el mundo de la naturaleza y las emociones.”  Raquel Schallman (partera argentina) en “Parir en Libertad”

“No solo hay que replantear el número de comadronas en relación con el de médicos, sino que además hay que redefinir cuál es el auténtico trabajo de la comadrona.
[…] No se puede redefinir la partería auténtica sin recordar las diferentes fases por las que ha pasado a lo largo de la historia de la humanidad e incluso durante la historia de los mamíferos. […] Parece que entre los mamíferos, cuando hay una «comadrona», su primera función es proteger.
Entre los humanos, la comadrona en su origen seguramente fue la madre de la parturienta o una sustituta de la madre –un familiar cercano y con experiencia […] La madre-comadrona desempeña, principalmente, una función protectora; es alguien a quien puedes llamar urgentemente y que está a tu disposición en caso de dificultades inesperadas.
[…] ¿Qué tipo de comadrona se necesitará en el futuro? Hoy día la respuesta es que se necesitará una mujer capaz de ofrecer apoyo emocional o capaz de «preocuparse» por la parturienta […] Es poco usual que se insista en la necesidad de «privacidad» y su corolario, la necesidad de protección. […] La comadrona tranquila, capaz de sentarse sin ser vista en un rincón silencioso de la habitación, tiene un conocimiento mayor del proceso del nacimiento que la comadrona que necesita, por encima de todo, estar apoyando activamente a la parturienta.”  Dr. Michel Odent en “El bebé es un mamífero”

Al mismo tiempo, las parteras están luchando por recuperar su espacio y el reconocimiento que su labor merece, así como su campo de trabajo junto a las mujeres. Como mujeres, como usuarias del sistema de salud deberíamos sumarnos a esa lucha, que también nos pertenece porque del resultado depende que tengamos la opción de recibir una atención diferente, personalizada, integral y respetuosa de la fisiología de nuestro cuerpo, con una mirada y sensibilidad femenina, contrapuesta al sistema hegemónico, patriarcal e intervencionista

El padre o pareja (masculina) de la madre
Como mencionamos al principio, hace relativamente poco tiempo que se han incorporado a la escena del parto. Originalmente los hombres no se involucraban demasiado en cuestiones femeninas, y el embarazo y el parto son procesos esencial y genuinamente vinculados a la sexualidad femenina. Tampoco las mujeres los querían cerca. Las abuelas y bisabuelas cuentan que ellas se hubieran muerto de la vergüenza si su marido las veía pariendo.

Existe algo de debate sobre la presencia masculina en el parto. Este es extensivo no solo a los padres sino también a médicos y parteros.
En realidad lo que se plantea es que si el embarazo y el parto son esencialmente femeninos y las mujeres (y las hembras mamíferas) siempre dieron a luz entre mujeres u otras hembras, no tiene mucho sentido introducir al hombre en ese contexto al que no pertenece y para el que no está preparado ni psíquica ni instintivamente.

“No importa cuando puedan desarrollar los varones su sensibilidad para acompañar a una embarazada. En el parto la energía tiene que ser biológica y sexualmente femenina. La experiencia de parir solo puede comprenderla en toda su magnitud un ser humano con la misma capacidad biológica.” Raquel Schallman (partera argentina) en “Parir en Libertad”

“Dar a luz es y siempre será una experiencia de las mujeres. La experiencia del embarazo y el parto es únicamente femenina y la embarazada se enfrenta a la realidad de uno de los eventos más poderosos de la naturaleza. Este rito de pasaje para las mujeres es un evento de gran, y frecuentemente inestimado, poder.”  Paulina Perez, enfermera y doula

La empatía, la contención y el apoyo entre mujeres es algo natural, innato e intuitivo, una conexión que surge y genera un ambiente de complicidad, calidez y confianza que las parturientas suelen apreciar en gran medida y que contribuye positivamente al desarrollo del parto.
En cambio los hombres la mayoría de las veces están poco familiarizados con la sexualidad femenina más allá de las relaciones sexuales que practican y están muy influidos por los condicionamientos culturales. Esto deriva en que generalmente muestren mayor ansiedad, temor, impotencia e inseguridad, todos ingredientes negativos para un parto dado que la adrenalina que el hombre genera (aunque intente ocultar su estado o incluso no tome conciencia del mismo) puede fácilmente contagiarse a la mujer causando complicaciones en el proceso. Otras veces asumen un rol de “observador” que también resulta contraproducente. O tienen dificultad para comprender lo que está ocurriendo, ven a su mujer dolorida y no saben cómo manejarlo, entonces su instinto masculino les dice que “hagan algo”. Y en el parto, lo que se necesita es no hacer sino dejar que el proceso se desarrolle por sí mismo, sin apurar, sin intervenir.
Odent afirma que si la presencia del esposo es perturbadora, es mejor que se quede afuera. Esto es aplicable, en realidad, a cualquier persona con dicha actitud en ese contexto.
Por otra parte hay padres que no se atreven a expresarlo y hacen el esfuerzo por su mujer, pero en realidad desearían salir corriendo. Otros directamente o indirectamente buscan la forma de evadirse de la situación.

“Un hombre particularmente sobreprotector y posesivo, también puede tener un efecto muy negativo en un trabajo de parto. Continuamente masajea, acaricia y abraza a su mujer, que le pertenece. Anticipa sus requerimientos, más que responder a ellos. La mujer en trabajo requiere calma, pero lo único que  puede proveer él es estímulo. A veces los hombres tienen dificultad para observar, aceptar y comprender el comportamiento  instintivo de la mujer durante el alumbramiento. Por lo contrario, a menudo tratan de evitar que ella se salga de un estado racional, autocontrolado.” Dr. Michel Odent, “Nacimiento Renacido”

Sin embargo, cada vez hay más hombres que se interesan mucho por las cues-tiones vinculadas con la llegada de sus hijos, desarrollan una conexión increíble con sus bebés durante la gestación, abrazan y hasta defienden decisiones que jamás creyeron posibles (como por ejemplo un parto en casa o el parto vaginal después de cesárea) y constituyen un pilar fundamental para su mujer durante el parto: dándole contención, aliento, cuidando el ambiente de estímulos innecesarios o influencias negativas, ayudándola a transitar las contracciones y a tratar de disfrutar lo maravilloso de ese momento pocas veces repetible.
Estos hombres en general confían o han aprendido a confiar en la naturaleza del parto, desarrollan cierta sintonía con la energía femenina, se preparan (desde la elaboración personal, intros-pectiva), buscan información y entienden lo trascendental del proceso, la importancia que tiene para la mujer y para el niño. También entienden que cuidar a la mujer es al mismo tiempo cuidar de su hijo, porque el vínculo aún después de nacer es muy estrecho, casi simbiótico.
“La presencia del hombre en el parto es algo nuevo en cualquiera de los roles que podemos ocupar. Y aunque en algunos ámbitos este ingreso como padre que nace, pareja que sostiene, es visto como una moda o incluso como un nuevo intento del hombre de usurpar territorios femeninos, en mi experiencia está más ligado a una búsqueda conjunta por asumir que la vida y su cuidado nos hermana y nos compete a todos más allá de los genitales que portemos; in intento por hacernos responsables como seres humanos de la vida nueva y  por entender que cada uno desde su lugar puede sostener, nutrir y amparar; una apuesta que se hace como pareja, familia que desde lo micro trasciende lo social y que como hombres nos ubica como partícipes y no solo expectadores.” Francisco Saraceno, partero argentino en Revista LATIR Nro 1, pag 92.
Las doulas
Así como las parteras, las doulas siempre existieron, solo que no tenían ese nombre. Siempre hubo mujeres de la comunidad o del entorno de la madre que colaboraban y acompañaban tanto durante el parto como durante el puerperio y la crianza. Generalmente eran mujeres de la familia, experimentadas en cuanto a la maternidad o no, pero que se focalizaban en el bienestar de la mujer brindándole cuidados y medidas de confort.

Foto de Natalia Roca
En la modernidad, con nuestro estilo de vida basado en el aislamiento, las familias nucleares y el foco puesto en otros lugares (trabajo, carrera, consumo, proyectos, etc) se han ido perdiendo los espacios y los lazos entre mujeres, el intercambio de saberes y experiencias, el apoyo y la contención femenina.
Al mismo tiempo, el embarazo y el parto dejaban de ser un hecho cotidiano y es sacado de la órbita de la intimidad hogareña y familiar para ser trasladado a los hospitales fríos y masivos; las parteras fueron absorbidas por el sistema médico hegemónico y dejaron, como ya explicamos, de servir los intereses de las mujeres para servir al de los médicos y las instituciones o directamente fueron expulsadas, dejando un hueco importante en el que los deseos y el bienestar físico y emocional de la mujer han pasado a un segundo (o tercer) plano.

Es entonces que aparece la figura de la doula como acompañante, en primer instancia, durante el parto. Los primeros estudios, desarrollados por los doctores Marshall y Klaus3 arrojaron resultados excelentes y propiciaron la realización de nuevos estudios.
·         50% reducción en el índice de cesáreas 
·         duración del parto 25% menor 
·         60% menos pedidos de anestesia epidural 
·         reducción del 40% en el uso de oxitocina sintética 
·         reducción del 30% en el uso de analgésicos 
·         reducción del 30% en el uso de fórceps 
Seis semanas después del parto, las madres que contaron con una doula experimentaron: 
·         menos ansiedad y depresión 
·         más confianza con el bebé 
·         mayor satisfacción con su pareja

Según la Organización Mundial de la Salud “el apoyo continuo a la mujer durante el trabajo de parto y el nacimiento, reduce la duración de la labor de parto, el uso de anestesia, las cesáreas y aumenta la satisfacción de la mujer”4.

“Brindar el sostén emocional de una doula, aún cuando el compañero masculino está presente con la parturienta, tiene un efecto positivo en los resultados obstétricos y un efecto alentador/alegre en las respuestas psicológicas de los padres, así como una posible influencia en su relación mutua y con su nuevo hijo.” Klaus, Kennell & Klaus, “The doula book”.

“Las doulas son acompañantes empáticas y conocedoras quienes típicamente proveen algún tipo de preparación prenatal y se quedan a tu lado una vez que comienza el trabajo de parto hasta que tu bebé nace. El trabajo de la doula es hacer que te sientas lo más cómoda posible y brindar seguridad a tu compañero también.
La evidencia a favor de las doulas proviene de más de 11 estudios muy bien diseñados.” Ina May Gaskin5, partera empírica norteamericana.

Hoy hay doulas que son mujeres que, en su mayoría, han atravesado sus propias experiencias de parto y maternidad, se han formado y se ponen al servicio de otras mujeres brindando información, sostén emocional, calidez, escucha, bienestar, aliento y confianza en la capacidad natural instintiva de toda mujer para parir y maternar. Pero cualquier mujer con alguna experiencia y un registro positivo de la misma, acompañando a otra mujer sea hija, hermana o amiga, puede oficiar como doula; estaría cumpliendo ese rol.
Foto de Natalia Roca

Las doulas, aunque tengan conocimientos de la fisiología del embarazo y el parto, no realizan ningún tipo de práctica clínica; en ese sentido no reemplazan a la partera o al médico. Tampoco toma decisiones de ningún tipo. A lo sumo brinda información para que la mujer y su familia puedan tomar decisiones informadas. Su foco principal está en brindar apoyo, aliento, seguridad y confort a la madre en todo momento (durante el embarazo y el puerperio también).
Algunas parteras que no conocen en detalle el rol de las doulas se quejan de “intrusismo”, como forma de manifestar su temor a ser reemplazadas. La realidad es muy distinta y las parteras que han tenido oportunidad de ver a las doulas en acción saben perfectamente que se pueden complementar y cooperar cada una en su labor.

Tampoco son incompatibles con el acompañamiento brindado por el padre del bebé, dado que su función es diferente, e incluso la doula brinda apoyo y contención a ambos miembros de la pareja. Además, es inevitable que el padre tenga un carga emocional muy alta puesta en juego, sumado a una ansiedad lógica dado que no es habitual tener un hijo y en ese contexto la doula está preparada para mantenerse tranquila, transmitir calma y conservar una perspectiva más “lúcida” que puede ser de mucha utilidad para la pareja en ciertos momentos.

“A veces la pareja se preocupa de que una persona de apoyo externa pueda tomar el mando y el control de la experiencia del parto, como muchos individuos asistentes del parto han hecho tradicionalmente. La preparación de la doula es bien diferente, poniendo énfasis en confortar silenciosamente y destacar las habilidades naturales de la parturienta. Una doula está constantemente atenta a que la pareja conservará la memoria de esta experiencia por el resto de sus vidas, y ella está allí para ayudar a esos padres a tener la experiencia de nacimiento que ellos desean.Klaus, Kennell & Klaus, “The doula book” Cap 1, pag 6.

“Si el padre de tu bebé planea estar contigo durante el parto, quizá te preguntes si tiene sentido contratar una doula. La respuesta es sí. Los padres frecuentemente tienen temores significativos y ansiedad vinculada con el nacimiento. La influencia tranquilizadora que la doula puede tener en los padres expectantes es generalmente tan significativa como su efecto en la parturienta.” Ina May Gaskin, partera empírica norteamericana.

Sobre un estudio realizado en Cleveland con parejas:
“Antes de comenzar este estudio temimos que la doula pudiera desplazar al padre, pero esto nunca fue un problema. Se pidió a las doulas que asistieran a los padres a decidir cómo ayudar mejor a su pareja. Las doulas también explicaban a los padres qué era lo que iba ocurriendo a medida que el trabajo de parto progresaba. La evaluación de las doulas por parte de ambos, padres y madres, fue notablemente positiva, con el comentario frecuente de que nunca podrían haber atravesado la experiencia satisfactoriamente sin el apoyo de la doula.Klaus, Kennell & Klaus, “The doula book” Cap 5, pag 83.

Sobre las diferencias en los roles de los padres y las doulas (estudio comparativo):
“Esta era la primera vez que estos hombres estaban delante de una mujer en trabajo de parto, en contraste con la amplia experiencia en partos de las doulas. Los padres se mostraban más inseguros respecto de qué debían hacer, y eran deferentes al personal médico y de enfermería, frecuentemente alejándose de la madre cuando alguno de los profesionales ingresaba en la habitación. Más avanzado el trabajo de parto cuando las contracciones eran más dolorosas, los padres pueden haber retrocedido debido al cansancio y a un nivel intolerable de preocupación. Una doula con experiencia puede moderar su propio ritmo y no ponerse ansiosa con los comportamientos y eventos que ella sabe que son parte de lo normal. Sospechamos que  en algunos casos el comportamiento del padre, como dormir o irse a lo último del trabajo de parto, era consecuencia de la ansiedad por la idea de que su esposa podría morir.” Klaus, Kennell & Klaus, “The doula book” Cap 8, pag 141.

Entonces, podemos resumir que dentro del contexto de los nacimientos en la actualidad, contar con una doula siempre supone una ventaja y puede combinarse perfectamente con los demás acompañantes posibles
La parteras, dependiendo su formación y estilo puede ser de gran ayuda (especialmente si son tradicionales, empíricas o independientes) o resultar muy contraproducente si tiene una práctica medicalizada altamente intervencionista y poco respetuosa de la fisiología y sus tiempos (lo que es más habitual en las parteras institucionales o “del sistema”).
Por otra parte, el hecho de que cada acompañante tenga su rol descomprime la responsabilidad o la exigencia del resto, porque entre todos colaboran a su manera por el bienestar y la salud de la mujer y su bebé. Ninguno es mejor que el otro, cada uno aporta su granito de arena, a su manera.

La elección de los acompañantes para el parto es muy personal. No hay una regla de oro ni una opción que le resulte bien a todos.
La mujer debe sentirse a gusto, ser capaz de “dejarse ir” con las personas que vayan a acompañarla, debe existir un vínculo, una confianza y conocimiento  mutuo.
Dado que los acompañantes pueden influir tanto muy positivamente como muy negativamente en el proceso del parto dependiendo de su actitud, sus emociones y la manera de vincularse con la mujer y con el acto de parir; es de suma importancia ser cuidadosos al elegir.
Nuestra recomendación es considerar todas las posibilidades, conocer diferentes opciones y decidir en base a las sensaciones, al instinto más que por el compromiso, las posibilidades económicas o el “deber ser”.


1 Psicoprofilaxis Obstétrica (popularmente conocida como “preparación para el parto”):
consiste en técnicas derivadas de teorías conductistas, desarrolladas desde mediados del siglo XX, muy difundidas y aceptadas hoy en día (Lamaze, Bradley, etc) que consideran que dar a luz es algo que se “aprende”, cuyo principal objetivo es lograr que la mujer esté preparada para aceptar y soportar las intervenciones de rutina propias de la obstetricia moderna, “se comporte adecuadamente” y “colabore”, negándose a sí misma y adoptando un sistema que “controla” su respuesta al dolor, su respiración, su postura e incluso los sonidos que produce. Justamente limitan y condicionan los aspectos más fundamentales del comportamiento de una mujer en trabajo de parto.

2 Recomiendo leer el capítulo 4 “La Partería” del libro “Parir en Libertad” de Raquel Schallman, partera argentina.

3 “Maternando a la Madre, cómo una doula puede contribuir a un nacimiento más corto, fácil y saludable” de Klaus, Kennell y Klaus (1993)

4 Apoyo continuo para las mujeres durante el parto, Biblioteca de Salud Sexual y Reproductiva de la OMS.


5 Ina May Gaskin, “Complete Guide to Childbirth”, Bantham Books 2003.