martes, 29 de abril de 2014

Trascender y resignificar el dolor del parto

El tema del dolor en el parto es una de las consultas más frecuentes y una de las inquietudes más comunes entre las mujeres. También es un tema muy tratado desde diferentes perspectivas, en distintos momentos de la historia y distintas culturas.
Hoy en día, contamos con un mayor conocimiento tanto del proceso del parto en sí como de los factores que pueden contribuir a hacerlo más seguro, rápido y llevadero; y también de aquellos que pueden perturbarlo, generando complicaciones y, en ocasiones, una experiencia registrada como negativa en términos de dolor y sufrimiento.


Aquí paso a recopilar algunos de los abordajes que considero más interesantes y cómo el rol de la doula puede contribuir a mejorar las condiciones y facilitar que la percepción de las sensaciones del trabajo de parto y parto no sea tan negativa.

¿Es realmente dolor?
Muchas veces nos preguntamos si “dolor” es la palabra adecuada para definir las sensaciones intensas que acompañan las contracciones y los diferentes procesos fisiológicos que suceden durante el trabajo de parto.
Algunas personas eligen darle otro nombre a las contracciones para darles una connotación positiva: ráfagas, expansiones, olas, etc; lo cual sin dudas sirve para empezar a desprendernos de tanto tiempo de condicionamientos culturales al respecto.
Por otro lado, también es conocido que la sensación varía de una mujer a otra, así como cada embarazo y cada parto son propios y particulares. “Cada mujer tiene una manera única de traer a su bebé a este  mundo” diría Ina May1.
 Pero también hay que tener en cuenta los factores externos que la rodean, su preparación, el tipo de apoyo que recibe, los recursos con los que cuenta, porque todo esto influirá considerablemente en su experiencia, más allá de su preparación, su umbral o su tolerancia.

Diferentes interpretaciones y explicaciones del dolor
Grantly Dick-Read, obstetra inglés
“Noté que no hay ley de la naturaleza ni diseño que pudiera justifica el dolor en el parto. […] Fui testigo de mujeres teniendo a sus bebés de la manera más natural y aparentemente indolora, pero también vi a aquellas que sufrían por el dolor y para quienes el nacimiento de su hijo era una experiencia horrible de recordar.
[…] Era difícil explica por qué algunas podían sufrir y otras hacerlo aparentemente sin dolor. No parecía haber mucha diferencia entre los partos en sí […] De a poco caí en la cuenta, sin embargo, que era la paz de un trabajo de parto relativamente indoloro lo que lo distinguía más claramente de los otros. Había calma, que parecía casi fe, en el resultado normal y natural del parto.
Entonces gradualmente mi mente estuvo influenciada por estas observaciones para investigar la parte que juegan las emociones en la función natural de la reproducción.”

“El propósito biológico de la interpretación del dolor es protector, y resulta en actividad muscular con el fin de que el individuo pueda defenderse o escapar del peligro inminente.
[…] No hay función fisiológica en el cuerpo que produzca dolor en un contexto saludable.”

“[…] el único estímulo doloroso que el útero puede registrar es debido a la tensión excesiva o al desgarro de tejidos. […] si la naturaleza no contempla esas laceraciones y daños (como parte del proceso del parto), entonces los receptores de dolor están ahí solamente para detectar estímulos anomales.”

“El dolor es la interpretación de estímulos y varía de acuerdo a la intensidad de influencias emocionales, respecto de las cuales postulo la siguiente ley: Un estímulo de magnitud determinada aplicado a cualquier receptor sensorial produce una respuesta motora conmensurable con la integridad de su interpretación.
Es extremadamente importante que  sea reconocido en trabajos de parto normales y sin complicaciones, que un estímulo de determinada magnitud puede resultar de ninguna importancia para la Sra Jones, pero para la Sra Smith una agonía de gran intensidad, mientras que la Sra Brown puede considerarlo una molestia considerable pero soportable.  Estas variaciones dependen enteramente de la actitud mental hacia ese estímulo.
[…] Una mujer a punto de iniciar su primer trabajo de parto ha sido informada respecto de esperar cierto tipo de sensaciones; si ha sido instruida sabiamente sus expectativas no se asociarán con dolor sino con una serie de presiones y tensiones físicas cambiantes por las cuales no hay razón para temer. La contracción del útero será una nueva experiencia para ella. Si, de todos modos, el miedo ha incrementado la intensidad, y perturbado la integridad, de su aceptación de esas nuevas sensaciones, serán casi invariablemente representadas como dolor. Es entonces cuando el tálamo en conjunto con la corteza cerebral, inmediatamente activan el mecanismo de protección. […] Se activa la maquinaria de la lucha o huida; se crea un estado de tensión en el individuo…”

“El miedo al dolor de hecho produce dolor a través de la tensión patológica. Esto es conocido como el síndrome Miedo-Tensión-Dolor y una vez que se establece se observa un círculo vicioso de eventos que va en aumento, dado que con el dolor real el miedo se justifica, y con el miedo la resistencia se intensifica. La causa más importante que contribuye al dolor en un parto normal es el miedo.”

Frederick Leboyer, médico obstetra
“¿Qué hace sufrir a la mujer que da a luz?...
La mujer sufre debido a las contracciones...
Unas contracciones que no acaban nunca
y que hacen un daño atroz
¡pero eso son calambres!
Todo lo contrario de las ’contracciones adecuadas’

¿Qué es un calambre?
Una contracción que no cesa,
que se crispa y se niega a soltar su presa
y, por tanto, no ‘afloja su garra’,
para transformarse en su contrario:
la relajación en la que normalmente desemboca.

En otras palabras,
lo que hasta ahora se había tomado
por ‘contracciones adecuadas’
eran contracciones altamente patológicas
y de la peor calidad.”

Casilda Rodrigañez Bustos, escritora
“Tenía razón Read: el miedo no permite la relajación de los haces circulares del útero; porque el miedo es incompatible con cualquier acto sexual; toda la sexualidad por definición es la extrema relajación, la activación total del tono vagal, la confianza en el entorno, el switch off del simpático y de la intervención del neocortex, etc., lo opuesto al estado neuro-endocrino-muscular de un cuerpo que tiene miedo. Fue una aproximación certera la de Read; sólo faltó entender el parto como un acto sexual.
[…]Una sexualidad conforme a la cual las mujeres pariríamos con placer, y los seres humanos crecerían en la expansión de su capacidad orgástica, todo ello incompatible con la dominación masculina...”

“Porque el parto con dolor forma parte de la maternidad patriarcal, de la impostura que dice Sau, de la falsa madre que se nos presenta como madre verdadera, pero la verdadera maternidad no es esclavitud, ni carga ni enfermedad, sino una opción gozosa de desarrollo de nuestra sexualidad y de nuestras vidas.
No se trata sólo de acabar con el dolor innecesario del parto que, como dice Leboyer, no satisface a ningún dios; se trata de acabar con la violencia interiorizada que supone inhibir nuestra sexualidad y nuestra la capacidad orgástica desde la infancia; la violencia interiorizada de la negación de nuestros cuerpos y de nuestras vidas…”

“Esa violencia contra nuestros cuerpos enseguida se convierte en violencia contra las criaturas, cuando, disciplinados para servir exclusivamente a la complacencia falocrática, se los negamos. Sin olvidar que la violencia del parto, es también la violencia del nacimiento con dolor.

“El hecho de que sea la hormona del amor, la oxitocina, la que pone en marcha el sistema neuro-endocrino- muscular del parto, es otra prueba de que la fisiología natural del parto comportaría el placer y no el dolor. […] Ahora bien, la oxitocina natural se segrega de forma pulsátil, rítmicamente, como el latido del placer; en cambio la oxitocina artificial inyectada en vena llega en tromba al útero, lo que contribuye a las ‘brutales’ contracciones en bloque de los haces longitudinales, que tiran en cada espasmo de los circulares que pemanecen contraídos, sin ‘aflojarse’, o haciéndolo muy lentamente, a costa de muchísimas de esas contracciones brutales.”

Ina May Gaskin, partera norteamericana
“puede ayudar pensar en el trabajo de parto desde un ángulo diferente del usual. Consideremos otro acto que implica los mismos órganos reproductivos femeninos que el parto –el acto sexual. Las relaciones sexuales pueden ser extremadamente dolorosas o extáticamente placenteras, dependiendo de las habilidades y sensibilidad del compañero sexual y de la predisposición de la mujer involucrada.”

“El dolor del parto es un conjunto de sensaciones mucho más sutiles que lo que nuestra mitología cultural admite. Cuando digo «sutil», no me refiero a la sensación del dolor sino al cambio de actitud que puede alterar nuestra percepción del mismo. He visto muchas parturientas ir del infierno al cielo en segundos en la medida que se movían del terror al descubrimiento de cómo manejarse con la energía del parto.”

“Las mujeres de La Granja saben que el parto usualmente es doloroso, pero saben que es una clase de dolor diferente al dolor de un daño o lesión. […] El dolor del parto tiene un mensaje completamente diferente. Dice: «Relaja tus músculos pélvicos. Déjate ir. Ríndete. Fluye con él. No luches. Es más grande que tú.» Esto es muy distinto del mensaje de «¡Protégete! ó ¡Huye!» que acompaña una lesión.”

“Muchas mujeres reaccionan al dolor del parto de la misma manera que reaccionan al dolor de cuando están lastimadas. Piensan en medicarlo y no ven beneficio en experimentar el dolor sin medicación. No saben que un cambio de posición, de actitud, de atmósfera en la sala de partos, y varios otros factores pueden cambiar radicalmente las sensaciones internas del alumbramiento. Usualmente no están al tanto de hasta qué punto puedes aliviar tu propia reacción tensa negándote a pensar en términos de «contracciones uterinas» y pensando en cambio en «sensaciones interesantes que requiren toda tu atención.»”

“Creo que el dolor de un trabajo de parto normal tiene un significado. Lo interesante sobre este dolor es que es limpio. Cuando terminas de sentir dolor, se ha acabado.  No puedes reexperimientar la sensación recordándola. El dolor del parto es un tipo de dolor especial: casi siempre ocurre sin causar ningún daño al cuerpo.
Cuando la negación del dolor se vuelve el mayor énfasis de la atención del parto, el efecto paradójico es que más mujeres tienen que lidiar con dolor luego de que sus bebés han nacido.”

Michel Odent, médico cirujano y obstetra
“También se ha vuelto más y más obvio que las endorfinas juegan un rol importante en el complejo equilibrio hormonal que posibilita un alumbramiento espontáneo. Las neurohormonas con funciones parecidas a la morfina –esos “opiaceos endógenos”– actúan como calmantes naturales, no sólo protegiendo del dolor sino también suprimiendo la ansiedad e induciendo un estado general de bienestar.
[…] Desde luego que el mismo dolor puede retrasar la labor, pero cuando no se usan drogas, el cuerpo se puede defender contra el dolor de manera natural y efectiva.”

Sheila Kitzinger, antropóloga
“Hay mucho más que dolor en el parto. El dolor habitualmente se vuelve sufrimiento por la forma en que la mujer es tratada por quienes la asisten. Ella puede manejar el dolor en si mismo, pero el parto medicalizado la hace sentir atrapada e impotente. Una mujer puede tener un parto en el cual el dolor es erradicado por la anestesia peridural y aún así salir sintiéndose degradad y engañada. Dar a luz no tiene por qué ser así. Cuando una mujer tiene a su bebé felizmente, irradia otro espíritu –un estado de gracia.
Es esta alegría y gozo del alumbramiento lo que puede ser la esencia del parto –un parto en el que la mujer encuentre el placer en la armonía rítmica de su cuerpo en funcionamiento. Sin este espíritu, llevar a cabo el proceso no solo es más difícil, sino que, aún logrado, se siente extrañamiente insatisfactorio.”

Ibone Olza, neuropsiquiatra y activista española
“Leer que el parto es un viaje interior e iniciático y que la apertura al bebé durante el embarazo puede ser el recurso endógeno más importante y eficaz de la mujer para reducir y trasformar el dolor del parto es maravilloso. […] cuando la mujer llega a ese punto de aceptación del dolor, de abandono, de dejarse ir, son tristemente muchos los profesionales que interpretan erróneamente las señales y piensan que ese «no puedo más» tiene que ser respondido con intervenciones o cirugía.”

Verena Schmid, partera italiana
“Una de las características más importantes del dolor del parto es el ritmo, caracterizado por dolor y pausa… […] Es un ritmo dinámico que puede variar en función de factores individuales…
[…] El dolor del parto es, por tanto, un dolor intermitente con una dinámica individual, regulada por las necesidades de la mujer y el bebé. En esta intermitencia se encuentra uno de los grandes secretos del proceso del parto fisiológico y de la posibilidad de la analgesia natural. En el ritmo regular de la progresión del esfuerzo por dar a luz se encuentra la posibilidad de una adaptación gradual y recíproca entre la madre y el bebé. La falta de respeto hacia los tiempos de cada uno y la aceleración del proceso de dar a luz provoca estrés materno y fetal.”

“El momento del parto representa para la mujer, en cierta forma, un dilema entre la auto-conservación y el abandonarse a sí mismas. […] El dolor se convierte, entonces, en un guía valioso para alertarlos a ambos (madre y bebé) de los peligros, dándole a la mujer la posibilidad de rectificar situaciones potencialmente peligrosas, generando una respuesta apropiada e instintiva.”

“La libertad de movimiento le permite a la mujer asumir instintivamente las posiciones más analgésicas, aquellas donde la resistencia y la compresión son reducidas. De esta manera la mujer se protege a sí misma de los daños, mientras que, al mismo tiempo, protege al bebé de posiciones poco convenientes que pueden causar excesiva presión en su cabeza. Actuando de esta forma, la mujer puede reducir los niveles de stress de su bebé, así como también su propio dolor.”

“En diversas sociedades, así como en la nuestra, la expresión del dolor no está bien vista, y se invita a la mujer a que se controle y se mantenga en silencio. La imagen de la buena parturienta es la de una mujer que muerde silenciosamente un pañuelo y respira tal como le han enseñado en las clases de preparación.
[…] la expresión del dolor tiene que ser un movimiento libre y continuado, un comportamiento instintivo, una expresión verbal y vocal. La respuesta fisiológica al dolor es poderosa y de liberación en la medida en que se libera y se descarga, y activa los sistemas inhibidores del dolor, disminuyéndolo.
A menudo, la manifestación del dolor del parto va más allá de los estímulos periféricos, descarga viejas experiencias dolorosas que permanecen en el inconsciente y representa una oportunidad para liberarse de cargas que ya no sirven.”

“El parto es una hazaña personal en la que a menudo la mujer se aparta para superar la prueba con sus herramientas personales. En algunas sociedades, el parto se interpreta y se vive como una experiencia trascendental y de éxtasis, donde la capacidad de abandono, de trascendencia del ego, de transformar la prueba en alegría se expresa en un ritual colectivo, a menudo femenino.”

“La aceptación del dolor del parto como herramienta para una experiencia consciente se acompaña de la voluntad de la mujer para ser protagonista de su experiencia y libre en su expresión. Estas exigencias se funden en el término «parto activo». El parto activo es expresión de libertad, poder, centralidad de la mujer, su pareja y su bebé. Es precisamente el trabajo sobre la aceptación del dolor lo que potencia esas actitudes un poco encubiertas en la mujer actual.”

Raquel Schallman, partera argentina
“Esa sensación es la que tiene una mujer en el parto. Percibe como todo se abre para dejar pasar al bebé; la molestia, la alegría y le goce van juntos. Es algo indescriptible. Por eso creo que para ser partera es necesario haber pasado por ello alguna vez.
Si le hablo del dolor con goce a cualquier mujer que ya lo haya transitado, aunque éste haya sido horrible o traumático, me va a entender. Porque después de esa experiencia, una se queda inevitablemente reviviendo esas sensaciones tan potentes.”

Creo que el sentido (del dolor) es permitirle a la mujer hacer el proceso de fenomenal de desestructuración que significa el parto. Ella se tiene que abrir para darle paso a otro ser, y tiene que experimentar sensaciones muy intensas para darse semejante permiso.
Como el dolor de parto no es constante […] este oleaje en el que se zamubulle de a poco, y con tiempos de descansos, es lo que le permite hacer el camino.”

¿Cómo puede ayudar una doula?
Sabemos que cuando una mujer está embarazada o inicia su trabajo de parto, lleva consigo experiencias pasadas u oídas, expectativas, temores y dudas. Esos factores, sumados a otros externos, van a afectar cómo la mujer experimente el dolor.
El rol de la doula es diferente, aunque con puntos en común, durante el embarazo y en el parto:

Durante el embarazo
Brindarle información acorde a sus necesidades, evacuar miedos e inquietudes, ayudarla a conectarse consigo misma y con su bebé, a confiar en su cuerpo, en su instinto en sus emociones y empoderarse. De este modo la preocupación por el dolor puede moverse del eje, ya que la mujer comprende el proceso, sabe de qué se trata, cómo puede sobrellevarlo mediante métodos no farmacológicos al alcance de la mano. También podrá valorar lo importante y trascendental de la experiencia que tiene por delante, sumado a los beneficios de ésta para su autoestima y su seguridad como madre.

Durante el parto
La doula esencialmente tendrá como objetivo “ayudar a la madre a relajarse, utilizando recursos y técnicas para reducir el dolor, la incomodidad y la ansiedad.”2
Comenzará por estar completamente presente para la mujer calmando sus miedos, validando su fuerza, reasegurándola respecto de que no estará sola y trabajar con ella para aliviar el dolor. El stress, el miedo y la soledad, así como una mala posición o el desconocimiento sobre cómo trabajar “a favor del cuerpo”, resultan en tensión que aumenta el dolor.

Las doulas suelen también trabajar junto con y para la pareja o acompañante, dando aliento, información y tranquilidad sobre las diferentes etapas del proceso; así como orientación respecto de cómo ayudar mejor a la parturienta.

Por otra parte, las necesidades de la mujer en cada etapa del parto pueden ir variando. La preparación y experiencia de la doula le permiten identificar rápidamente esos cambios y poder ir adaptando su apoyo a esos cambios para satisfacerlos más efectivamente. El resultado al que aspiramos es siempre que la experiencia, más allá de dolor y sus incomodidades, resulte satisfactoria y memorable.


Fuentes:
Grantly Dick-Read “Childbirth without Fear” Pinter & Martin Ltd., 1942
Frederick Leboyer “Birth without Violence” 1976
Verena Schmid “El Dolor del Parto” Ed. Obstare
Verena Schmid  "Acerca de la fisiología en el embarazo y el parto" Mujer Sabia Editoras
Sheila Kitzinger "The new experience of childbirth" Orion Publishers
Michel Odent "Nacimiento Renacido" Editorial Creavida
Raquel Schallman "Parir en Libertad" Ed Grijalbo



1 Ina May Gaskin, “Partería Espiritual” Mujer Sabia Editoras
2 Klaus, Kennell y Klaus. “The doula book” 3ra edición, Da Capo Press

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