martes, 18 de junio de 2013

Cesárea y Parto Vaginal Después de Cesárea (PVDC)

Hoy en día, en la provincia de Buenos Aires y Capital Federal, la tasa de cesáreas ronda el 30% en hospitales públicos y el 70% en instituciones privadas.

Y se replica en otros países de Latinoamérica como Brasil, Chile y Mexico.

Esto contrasta considerablemente con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (basadas en evidencias científicas):
Los países en los que la mortalidad perinatal es la más baja del mundo, también tienen tasas de cesáreas inferiores al 10%. No hay, pues, ninguna razón que justifique tasas de cesáreas superiores a ese número
La cesárea no es una práctica inocua tanto para la madre como para el bebé. Supone un riesgo de 2 a 6 veces mayor de mortalidad materna, y un 2% mayor de mortalidad perinatal que con un parto vaginal.

A esto se suman posibles complicaciones para la mujer como hemorragias, lesiones intestinales y vesicales, trombosis, embolia pulmonar o cerebral, peritonitis, etc. La morbilidad también aumenta como consecuencia del elevado uso de antibióticos, mayor numero de días de hospitalización y la elevada incidencia de infecciones. Además la cesárea complica embarazos y partos posteriores, y puede dejar una herida emocional (sensación de culpabilidad, fracaso, desamparo, etc) además de la herida física.

Para el bebé, nacer por cesárea aumenta el riesgo de síndrome de dificultad respiratoria,

prematuridad iatrogénica y laceraciones durante la intervención. Y si la cesárea es programada, no contará con las hormonas que se segregan durante el trabajo de parto y que preparan a su organismo para la vida extrauterina, así como lo preparan psicológicamente para establecer el vínculo con su madre.

Sin embargo, en la mayoría de los países de la región los índices continúan en aumento, por diferentes motivos: desidia política, intereses económicos, formación médica, protocolos inadecuados, desinformación de la población, banalización de la práctica, etc.
Una cesárea es un procedimiento de cirugía mayor y, si bien constituye un excelente recurso ante una auténtica emergencia, no debe transformarse en la forma habitual de nacer. Dr Michel Odent 
La cantidad de cesáreas innecesarias es alarmante. Si consideramos que las estadísticas mundiales ubican el porcentaje de embarazos de riesgo y complicaciones en el parto en el orden del 10 al 15%, significa que los 15 a 55 puntos porcentuales por encima de esas cifras (tomando las tasas mencionadas al principio)  se trata de cirugías que se pueden evitar.

El contexto que hace que esto sea posible es un paradigma tecnocrático en el que estamos inmersos que deposita una confianza ciega en la tecnología, sumado a la desconexión con nuestra naturaleza mamífera, con nuestros deseos y necesidades, con nuestra capacidad de parir, que hace que releguemos sin miramientos en un tercero las decisiones que tienen que ver con nuestra salud y la de nuestros hijos.


En muchísimos casos, lo que no se dice es que las mujeres terminan teniendo que someterse a una cesárea por el trato excesivamente medicalizado, que reciben durante el parto. 

Esto queda invisibilizado por la sensación generalizada de que "el médico o la tecnología médica salvo al bebé y ala madre", pero en realidad con mucha frecuencia son las mismas prácticas médicas de rutina, aplicadas en casos de bajo riesgo, las que contribuyen a provocar complicaciones que derivan en una cesárea.
Otras veces existen embarazos mal diagnosticados como alto riesgo (o diagnosticados demasiado conservadoramente) por un profesional que está más preocupado en evitar cualquier posibilidad de demanda legal, por "cubrirse" literalmente, que por actuar en el mejor interés de la mujer y su bebé.

También, una de las situaciones que contribuye a aumentar considerablemente los índices es la idea INCORRECTA pero ampliamente difundida de que una mujer que ha tenido una cesárea previa, solamente puede tener cesáreas en sus próximos partos, o que esa es la opción más segura.
No hay pruebas de que después de una cesárea previa sea necesaria una nueva cesárea. Después de una cesárea debe recomendarse normalmente un parto vaginal, siempre que sea posible una intervención quirúrgica de emergencia. Biblioteca Cochrane Plus, Nro 3, 2007
La dificultad radica en que pocos profesionales de la salud están dispuestos a acompañar un parto vaginal después de cesárea. Y no porque realmente sea tan peligroso (el riesgo de ruptura uterina que tanto se proclama es de tan solo el 0,5%) sino porque requiere de un trato y unos tiempos diferentes. Lo paradójico es que ese trato diferente (evitar la inducción y otras intervenciones obstétricas habituales) y el respeto por los tiempos debería ser la norma!!
Desde luego, para muchos profesionales programar una cesárea resultará mucho más cómodo que esperar a que la mujer inicie el trabajo de parto y ver cómo discurren los acontecimientos. Pero claro, estos mismos médicos casi nunca lo expresarían de esta manera. Más bien intentarán convencer a la mujer mediante argumentos del tipo "este bebé viene grande, aún te faltan tres semanas y tienes la pelvis estrecha" o "si te pones de parto y no estás cerca del hospital correrás un grave peligro porque tu útero se puede romper en cualquier momento..." Ibone Olza y Enrique Lebrero - "¿Nacer por cesárea?"

Por otro lado, es cierto que no todas las mujeres están en condiciones o desean emprender el arduo camino que significa prepararse para un proceso semejante.

Pero la realidad es que toda mujer que haya tenido una cesárea previa debería, al menos, tener la posibilidad de elegir cómo quiere dar a luz la próxima vez. Y recibir el apoyo que necesita para lograrlo.




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